Desde nuestra América
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La educación superior: un conflicto más

Estudiantes del Instituto Politécnico Nacional en la marcha del pasado 13 de septiembre. Imagen: Prensa LIBRE ESIME Azcapotzalco.

Oscar Wingartz Plata*

La forma de operar de la nueva administración del IPN quedó plasmada en un examen de admisión organizado por la Fundación Politécnico (organismo privado que ha servido para que los funcionarios de la institución hagan negociosos). Los aspirantes, además de pagar a la Fundación por hacer la prueba, tuvieron que responderla en computadora. Los jóvenes de menos recursos, que viven en comunidades o regiones de muy mala conectividad, quedaron en abierta desventaja frente a otros con más ingresos y más habilidades digitales. El examen develó como al amparo del manejo presupuestal se privilegiaban negocios privados. Luis Hernández Navarro.

Hace un par de semanas que en el IPN (Instituto Politécnico Nacional) se ha presentado un conflicto entre los estudiantes y las autoridades centrales por una serie de demandas que son importantes de atender y tomar en serio. Muchas de ellas están centradas en la infraestructura, insumos y administración escolar del propio instituto. No es ninguna exageración lo que exigen los estudiantes. Aquí vendría una primera consideración, como bien lo plantea Luis Hernández en el epígrafe que se ha propuesto, la orientación que le está dado la actual administración al Politécnico, debe ser analizada con cuidado, por las implicaciones que puede tener en su desarrollo inmediato.

En este sentido, hay un problema que se le ha planteado en mayor o menor medida a nuestros centros de educación superior es: ¿cómo organizar el regreso presencial después de un prolongadísimo confinamiento? No es una cuestión simple, aunque pareciera, muchos podrían decir: “sólo es cuestión de abrir los espacios educativos, y ya estuvo”. Pero, no es de esa forma, entre otros elementos, porque hubo, aunque no se quiera decir, una desarticulación profunda de la vida académica y de los quehaceres sustantivos en educación superior. Sólo es cuestión de pensar en un dato muy concreto, nuestras escuelas estuvieron cerradas formalmente, más de dos años, esto en términos muy concretos es mucho tiempo, más, si tomamos en cuenta que, el confinamiento fue abrupto, intempestivo; esto es: “de la noche a la mañana, todos a su casa”. No hubo el espacio para organizar y valorar las actividades en el futuro mediato. Lo único que se implementó fueron las clases en línea, y ajustarse a ellas, con los problemas y carencias que tuvo.

Estando así el asunto, para el caso concreto del Politécnico, se puso en acto el examen de admisión vía remota, como dice Luis Hernández, con problemas notorios en su implementación, porque no se partió de un piso parejo. Unos estudiantes tuvieron mayores condiciones que otros, y obviamente, eso se reflejó en los resultados. Otro punto fue que, en la vía remota, no había “tanto” problema para organizar los cursos, porque se “admitía a todos en clase”, pero ahora que se reiniciaron las clases presenciales, el asunto se mostró complejo, ¿cómo organizar los cursos? Los estudiantes se enfrentaron con una enorme limitación, no podía llevar su carga completa, porque no había los profesores o la infraestructura para albergar a todos. Es decir, la saturación escolar los rebasó, por una falta de planeación y organización escolar, que afecta directamente a los estudiantes, y a muchos profesores. Es una muestra de contextos diversos, presencial vs. virtual.

Otro problema, se refiere a la estructura misma de los edificios, las aulas y laboratorios. Un grupo de estudiantes le han pedido a la administración central que revise las instalaciones en particular de la Unidad Profesional de Zacatenco, ya que muchos de los inmuebles están en malas condiciones. Eso evidentemente se puede constituir en un daño mayor. Como se puede apreciar, las demandas y peticiones de los estudiantes son claras y legítimas. Ahora el asunto, ¿cuál es la respuesta que les van a dar? Asunto en extremo complejo. Aquí cabría hacer la siguiente puntualización, durante el confinamiento, mucha de infraestructura escolar en todos los niveles quedó seriamente daña, no son estridencias. Muchas parecían en estado de abandono crónico. No se está exagerando el planteamiento, sólo era cuestión de hacer un recorrido mínimo por las instalaciones escolares, y se podía ver como habían quedado después de meses y meses de no usarse.

Los puntos que se han referido, son parte de una agenda extensa y demandante. No es la primera vez que se ponen sobre la mesa estas carencias. Si hay una esfera compleja de nuestra vida pública, es precisamente, la educativa, porque en ella concurren una infinidad de factores que abonan o problematizan su desarrollo. Más, si puntualizamos las necesidades por sector o nivel. Estas reflexiones nos deben centrar en otros aspectos que son medulares, como la actualización de los planes y programas de estudio, la desburocratización de la educación superior, la reconfiguración del ser y quehacer de la misma, su promoción en diverso espacio y nivel, así como, buscar su desarrollo integral. Puede parecer una cuestión abigarrada y extensa, pero si lo vemos con una actitud de futuro, es lo menos que podemos pedir de ella. ¿La razón? El conocimiento no se puede estancar, y menos reiterarse de manera indefinida. Las instituciones de educación superior tienen ante sí, una misión ardua, compleja y desafiante.

Dentro de estas propuestas hay una que es fundamental, la reestructuración de sus órganos de gobierno. Está reestructuración, no sólo puede estar fincada en nuevas leyes o reglamentos, eso es sólo una parte, pero no toda. También debe estar anclada en una visión que proyecte su desarrollo, en la comprensión de su presente y futuro, en la correcta interpretación de los procesos que se viven, no se está hablando de hacer profecía, sino reflexionar críticamente su futuro, para que efectivamente sea una respuesta a estos tiempos tan aciagos y convulsos.

* Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.