Oscar Wingartz Plata*
Pero, más allá del discurso presidencial, el horror del pasado dista mucho de haber quedado atrás. De un u otra manera, sus secuelas y consecuencias están todavía imbricadas en la vida de millones de personas […] Es imposible dejar de hablar del pasado reciente, porque los agravios monumentales sufridos por el pueblo mexicano en el periodo 1988-2018 no han sido esclarecidos, porque no se ha hecho justicia, porque no basta medio sexenio para que el Estado mexicano lleve a cabo la reparación de los daños, y porque los responsables máximos permanecen en completa impunidad. Pedro Miguel.
La semana pasada tuvimos conocimiento de un trabajo publicado por el autor del epígrafe titulado: “Superando el pasado”. Es un artículo muy bueno, porque, reflexiona de manera serena y ponderada sobre un asunto que debió ser tratado hace años, nos referimos a la consulta que se están promocionando desde el INE, sobre si se juzga a los expresidentes en el periodo 1988-2018. Este evento en sí mismo tiene un contenido explícito y relevante. No es cualquier consulta, entre otras cuestiones, porque es la primera vez en la historia de México que se convoca a la población sobre un tema por demás complejo y abierto, por el cúmulo de situaciones que tiene en su interior.
Se debe decir que, este tipo de ejercicios deberían ser materia, como dicen los abogados, “de obvia resolución. Es decir, debemos acostumbrarnos a pedir cuentas a los gobernantes. Porque, ni son reyes, ni parte de la nobleza, ni dueños del país; son servidores públicos. Reiteremos, son servidores públicos. Esto les confiere un status muy concreto, no pueden decidir sobre la cosa pública como si fuera suya, ni dilapidar lo que no es suyo, ni decidir cualquier asunto con total impunidad. Ellos están rindiendo un servicio al conjunto de la nación. Esto lo debemos tener muy claro, y en consecuencia, debe ser una práctica evidentísima. Se hace esta puntualización, porque perecería que olvidamos una cuestión clave, “dejar la política en manos de los políticos”, esa es una expresión improcedente.
A propósito de este asunto, se han levantado muchas voces, entre otras, se pregunta por el sentido y la eficacia de dicha acción. En este orden, debemos decir que, es altamente necesaria y sobresaliente, las razones las tenemos a la vista. Para ello, vamos a proponer algunos elementos que nos permitan contextualizar, y así tener una idea más clara. El ejercicio del poder tiene como muchas otras realidades, sus bondades y aspectos rescatables; otras no tanto, cuando se convierte en su antítesis, su contraparte, su negación; uno de ellas, el abuso y la impunidad. Aquí cabría recordar que en la historia de la humanidad, el uso del poder ha pasado por una gama amplísima de situaciones y expresiones, que vienen desde las sociedades más antiguas hasta las presentes, es decir, diversas formas de poner en acto ese ejercicio. Los reyes tenían uso de él de manera absoluta y discrecional, esto por su propia lógica, los hacia señores de “horca y cuchillo”, era incuestionable e irrebatible dicho poder.
Con el paso del tiempo, se fueron perfeccionando sus principios hasta llegar a la democracia representativa con el paso avasallador de la Revolución francesas, empezando por el derrocamiento y ejecución del rey Luis. Los elementos que se están mostrando han tenido un proceso en extremo dilatado, se han dado a través de siglos. No ha sido nada sencillo que los pueblos hagan suyo el asunto público, entre otras realidades, porque no han sido graciosas concesiones. Han sido luchas enconadas, férreas, cruentas por conseguir que el pueblo se haga del poder y con ello tener “voz y voto”. Para nuestro caso, después de la lucha armada y con la promulgación de la nueva Constitución, de manera no explícita, y más bien, velada, desde el poder se asumieron una serie de prácticas, acciones y decisiones que no estaban contempladas en la nueva carta magna, el mismo poder se confería atribuciones discrecionales, con todo lo que ello significó, sobre todo, si tomamos en cuenta que la gobernanza es un asunto en extremo compleja y delicada, más, habiendo concluido una guerra civil tan cruenta y desgastante.
Estando así el panorama socio-político, se fueron levantando una serie de exigencias y demandas por diferentes sectores sociales pidiendo el juicio a los expresidentes, las causas, las razones, los motivos son muchos, la lista es harto dilatada, abarca un arco de situaciones y peticiones, que nos llevaría un espacio abigarrado su exposición. Otro elemento digno de ser reflexionado de cara a esta consulta es la persisten obstaculización para llevarlo a buen puerto. No es exagerado ni fuera de proporción afirmar junto con el autor del epígrafe decir que, muchos de los males heredados de ese periodo no se van a resolver en un lapso tan estrecho, como el de la actual administración federal, va a requerir toda una formalización legal para ver los frutos de dichas acciones.
No hay que perder de vista un asunto que al menos entre nosotros es complicado, la forma en que se “anclaron” los gobernantes, antes y después de sus respectivos sexenios. Fueron desarrollando una serie “candados” de diverso cuño con ello evitar ser expuestos al final de sus administraciones. En otros contornos, llevar a juicio a los exmandatarios, tampoco es sencillo, porque se les debe comprobar y demostrar los delitos que se les imputan, un caso concreto, el expresidente de Francia, Nicolás Sarkozy fue condenado a tres años de prisión, sólo se le pudo comprobar un delito. Estamos hablando de un país que se considera de avanza en materia social, política y jurídica. Se hace mención de este dato, para tener una ponderación sobre la complejidad que tiene llevar a juicio a los exmandatarios.
Así, pues, debemos decir que es un gran logro esta consulta, el llevar a juicio a los expresidentes, en ese periodo ominoso de la historia de nuestro país. No es tarea sencilla, pero al menos, ya se dio un paso en esa dirección. Sólo queda invitarlos a participar en esta consulta, y con ello, ir resarciendo los múltiples dolores y quebrantos que le fueron infringidos a la población en su conjunto.
*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.
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