Teresa E. Hernández-Bolaños
Sin duda la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 (COVID-19) devastó no sólo la vida de miles de personas, sino también la economía de las naciones alrededor del mundo. Los pronósticos de crecimiento económico de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) para este año, fueron igualmente devastadores, por la paralización y estancamiento del comercio durante los prolongados confinamientos totales o parciales, que al cierre del año continúan.
A la desaceleración económica que el mundo había enfrentado en 2019, se sumaba de manera inevitable una caída brutal en el contexto de la pandemia. Recordemos que la caída del PIB mundial en 2019 fue del 0.64% con respecto al año anterior 2018, cayendo a 2.91%. Para entonces la OCDE pronosticó una muy frágil recuperación para el 2020 de 2.94% y para el 2021 del 3.02%. México presentó una fuerte caída en 2019 y se pronosticó una leve recuperación para este año 2020, veníamos de una caída del 1.8% con respecto al año anterior 2018. En 2019 tuvimos un crecimiento del 0.2% y se pronosticó una recuperación para 2020 del 1.2% y para el 2021 del 1.6%.[1] Sin embargo, los pronósticos de la OCDE para México y el mundo sufrieron grandes cambios ante el escenario sanitario del COVID-19. Según cifras de la misma OCDE, lejos de los pronósticos de recuperación para este año previstos antes de la pandemia (1.2%), México cayó a -7.5%.
Durante el primer y segundo trimestre de este año aún era complejo pronosticar los alcances devastadores de la pandemia, hoy la OCDE[2] sostiene que un despliegue más rápido de las vacunas y una mayor cooperación para su distribución, aumentará la confianza. Está previsto, dice, que las campañas de vacunación, las políticas de salud y la ayuda financiera gubernamental aumentará el PIB global alrededor de un 4.2 % en 2021, después de una caída del 4.2% este año. También pronostica que la recuperación será mayor en los países asiáticos que han logrado controlar el virus. Los pronósticos para México prevén un crecimiento anual del 3% al 3.6% y del 3.4% para el 2022.
Por su parte, los pronósticos de crecimiento de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) para la región, prevé una contracción promedio de -7.7% para 2020, la mayor que ha tenido la región en 120 años, y espera una recuperación, un rebote de 3.7%, una tasa de crecimiento positiva en 2021. Aún con la recuperación no alcanzará, dice la CEPAL, para recuperar los niveles de actividad económica pre-pandemia del coronavirus en 2019.
Según el informe de la CEPAL Balance Preliminar de las Economías de América latina y el Caribe 2020[3], América Latina y el Caribe es la región más golpeada del mundo en desarrollo por la crisis derivada del COVID-19. En la década previa a la pandemia, explica, la región mostraba una trayectoria de bajo crecimiento (0.3%), en el 2019 de 0.1%; y en 2020 enfrenta una combinación de choques negativos de oferta y demanda sin precedentes, lo que se traduce en la peor crisis de los últimos 20 años”.
Durante este año y ante la COVID-19 la contracción de la actividad económica ha venido acompañada de un aumento significativo de la tasa de desocupación, que es de 10.7% en este 2020, con una profunda caída de la participación laboral y un incremento considerable de la pobreza y la desigualdad. Ante este panorama, como lo explica la OCDE y la CEPAL, la recuperación dependerá de un buen manejo de la pandemia, la administración de la vacuna, priorizar el gasto para la reactivación y transformación económica y social, mediante el fomento a la inversión y el empleo.
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