Ramón Martínez de Velasco
Y Dios lo hizo morir durante cien años y luego lo animó y le dijo:
-¿Cuánto tiempo tienes aquí?
-Un día. O parte de un día.
El orate López tiene en su gabinete a uno de los asesinos intelectuales del periodista Manuel Buendía Tellezgirón.
El orate López tiene en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a uno de los asesinos intelectuales del periodista Manuel Buendía Tellezgirón.
El orate López odiaría hoy al periodista Manuel Buendía Tellezgirón y a su columna Red Privada.
I
Ese miércoles había sido una jornada normal en la intensa vida del periodista Manuel Buendía.
Ese miércoles había sido una jornada normal en la intensa vida del periodista Javier Juárez Vázquez.
Ese miércoles 30 de mayo de 1984 ambos firmaron en la lista de periodistas asesinados.
Pues ambos tenían un tema periodístico revelador. Documentado. Explosivo.
Un tema periodístico que los fue cercando y orillando hacia su último día en la vida.
Un tema periodístico que los fue cercando y orillando hacia la guarida de un caza-recompensas que ya los tenía ubicados por fotografías que le mostraron.
II
La larga cadena de denuncias de Buendía y Juárez era conocida, sobre todo entre sus malquerientes.
Pero aquel hallazgo periodístico de Buendía y Juárez era muy otro.
Y aunque su idea era brincar hacia la denuncia formal, en el intento se quedó.
III
En territorio veracruzano, Javier Juárez -director del semanario Primera Plana– habría estado en conocimiento de un campo de entrenamiento para la contrarrevolución nicaragüense, con miras a tumbar a los Sandinistas que derrocaron al dictador Anastasio Somoza en 1979 (asesinado un año después, y quien en su desesperación por mantener el poder se llevó entre las patas al periodista Pedro Joaquín Chamorro y avivó una guerra civil).
Javier Juárez también habría estado en conocimiento de que los mercenarios no sólo eran financiados por políticos, empresarios y policías, sino también por narcos -de éste y del otro lado de la frontera- “encubiertos por la Dirección Federal de Seguridad (DFS)” mexicana, dirigida por los siniestros Manuel Bartlett Díaz y José Antonio Zorrilla.
De ése hecho habría avisado al periodista más influyente de México: Manuel Buendía, quien -a no dudar- trazó la ruta crítica de lo que escribiría y ocurriría, casi de modo inevitable, pues conocía a Zorrilla como a la palma de su mano.
Tan lo conocía, que “ejercía una sostenida vigilancia de su entorno para cerciorarse de que nadie pudiera seguir su camino” (Miguel Ángel Granados Chapa, en Reforma).
Cuantimás, porque en aquellos días el columnista Jack Anderson publicó en el Washington Post que el entonces presidente mexicano, Miguel de la Madrid, habría depositado millones de dólares en un banco suizo, y no faltaron los conjurados que desde la DFS atribuyeron esa ‘filtración’ a Buendía.
IV
El 30 de mayo de 1984 Javier Juárez fue visto por última vez en Coatzacoalcos, Veracruz. Su cadáver fue encontrado en Mapachapa, municipio de Minatitlán, entre la maleza, donde lo arrojaron como a un perro. Allí, o cerca de allí, lo tundieron a golpes, le quemaron la piel a cigarrazos, le ataron las manos y lo remataron con cuatro balazos.
De ése hecho ya no se enteró Manuel Buendía.
El 30 de mayo de 1984, en su despacho de la Ciudad de México, dio las correcciones finales a la columna que publicaría en Excélsior (el tema -como si fuera hoy-: una ‘empresa fantasma’ y un Plan de Austeridad).
Fue invitado a comer y retornó a su oficina. En la tarde-noche salió con su ayudante (y ex alumno en la Universidad Nacional Autónoma de México).
Aquella tarde-noche José Antonio Zorrilla ya le había ‘puesto cola’ al columnista y echó a andar la que llamó ‘Operación Noticia’. Se la encargó al mariguano, parrandero y jugador Rafael Moro Ávila. “Tenía instrucciones de atacar por la espalda, pues se sabía de la costumbre de Buendía de portar pistola a la cintura y de sus aptitudes como buen tirador” (Miguel Ángel Granados Chapa).
El autor de Red Privada se desplomó. Una poderosa ‘Browning’ 9 mm le perforó el pulmón. El matón -con credencial de la DFS- huyó en una ‘Kawasaki’ roja hacia la esquina Insurgentes-Hamburgo.
Durante el sepelio, la viuda Dolores Ábalos Lebrija vio a su marido tras el cristalito del féretro. “¿Ya ves, Manuel? Te dije que te iban a matar”.
Terminado el funeral, se llevó a su cincuentón compañero al panteón ‘Jardines del Recuerdo’. No muy lejos de su domicilio.
Epílogo
Red Privada. ¿Quién mató a Manuel Buendía?, se estrena el 14 de julio próximo en Netflix. (Ver imagen.)
Sería una sorpresa que, a diferencia de otros documentales, mencione el caso de Javier Juárez Vázquez.
Sería una sorpresa que, a diferencia de otros documentales, mencione el caso del abogado José Luis Esqueda, a quien en 1985 su compadre José Antonio Zorrilla también le ‘puso cola’, pues en una charla Esqueda le dijo saber cómo, quién y cuándo.
Ramón:
Muy interesante tu artículo del asesinato de dos grandes del periodismo de denuncia.
Muy interesante y estructurada la manera en que intercalas las dos historias de su último día de vida en dos sitios distintos, que nos motiva a
refrescar la memoria y acudir a las fuentes escritas de este suceso trágico, del que tanto se ha escrito.
Ojalá, como bien dices, la serie que se estrenará a mediados de julio en Netflix no sólo se centre en el asesinato del gran Manuel Buendía, sino que también ilumine la memoria del también grande Javier Juárez Vázquez.
Hay más datos que estoy recopilando. Los contaré aquí. Antes que Netflix estrene su documental.