Cartas desde la locura
Cartas desde la locura

Qué sigue. ¿Quemar libros?

Jorge F. Hernández.

Ramón Martínez de Velasco

@Ramavelm

“Quisimos ser adultos y nos devolvieron a ser adolescentes”: Federico Campbell.
I

El viernes pasado fue cesado como Ministro para Asuntos Culturales de la Embajada de México en España el pensador, lector y escritor Jorge F. Hernández.

Su jornada en el Instituto Cultural de México en España y la Biblioteca ‘Octavio Paz’ fue cortada de tajo vía un comunicado vergonzoso y servil de la no-Secretaría de Relaciones Exteriores.

Vergonzoso por su redacción y servil porque se plega a las órdenes de la no-primera dama del actual régimen populista que, como tal, detesta la cultura que lo exhibe.

El exhibido, en este caso, fue uno de tantos recomendados y consentidos de la no-primera dama, un bibliotecario improvisado, adiestrado, adoctrinado y errado llamado Marx Arriaga, quien tiene secuestrada a la no-Secretaría de Educación Pública (como otros tienen secuestrado al no-Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología).

En su colaboración ‘Por placer’ (Milenio diario), el culto Jorge F. Hernández, siempre de modo elegante, le da ‘un llegue’ a ése y demás ‘burros parados’ que no-gobiernan ni en Palacio Nacional, donde ha llegado la desesperación y han decidido comenzar con las purgas. 

II

“La hija de Marx (Karl) hizo la primera traducción al inglés de Madame Bovary, y a mí me conmueve imaginar que, en la desvencijada mesa del comedor familiar, había cuartillas de la prosa pura de Gustave Flaubert revoloteando al lado de las hojas que caían como otoño cerebral del padre preocupado por la lucha de clases, la plusvalía, y el ejército industrial de reserva.

“Y supongo que no faltará el Marx o marxista que argumente que Jenney Julia Eleanor Marx tradujo la vida loca de Emma Bovary, para apuntalar la crítica a la frivolidad burguesa, y demás dijes del capitalismo consumista.

“Por supuesto que se puede leer bajo la muy ideologizada militancia del errado o confundido bibliotecario improvisado, quien acaba de clamar algo en torno al consumismo capitalista como un afán opuesto a quienes creen que leyendo reviven Playa Girón o las heridas de Camboya, cuando en realidad su tufillo más bien apesta a Pol Pot (ése demente que pintó en letras rojas la condena fanática contra todo aquél que llevara lentes, gafas, o quevedos de diversa dioptría, pues revelan que se trata de un lector).

“Por supuesto que se puede exhortar al populis a que lea por adiestramiento, por memorización, por inculcación ideológica, o ungüento de uniformidad.

“Pero yo parto aquí una lanza en favor de quienes leemos por insomnio, para viajar sin maletas a cualquier paisaje y sin reloj a cualquier hora y época.

“Hablo de quienes leen en voz alta para compartir una trama y de quienes leen en silencio para hablar con los dioses, ligarse a una musa, o matar a un tirano.

“Hablo de quien lee por pendejo, porque no lo queda de otra, y de quien lee las instrucciones para no dejarse engañar con un electrodoméstico. Y por la niña que se talla los párpados en el instante luminoso de una línea.

“Y para dejar aclarado para siempre que, en el fondo, se lee por placer. Y diversos placeres se quedan en pura lectura, así sigan babeando las recuas increíbles de advenedizos absolutamente ilegibles”. (‘Por placer’, Jorge F. Hernández.)

III

Está claro que la línea “se puede leer bajo la muy ideologizada militancia del errado o confundido bibliotecario improvisado” se refiere a Marx Arriaga, quien en una entrevista con El Universal clamó que “leer por gusto es consumismo capitalista”.

Y está claro que aquella línea enfureció a la no-primera dama, y que ésta nueva Marta Sahagún ordenó cesar a quien se mofó de su protegido.

Epílogo

Está claro que a la no-historiadora Beatriz Gutiérrez Müller la mueve también su odio por aquellos invasores que hace 500 años propiciaron la caída de Tenochtitlan.

Está claro que los prejuicios de la no-historiadora Beatriz Gutiérrez Müller han tensado las relaciones entre México y España.

Está claro que la larvada hostilidad de la no-historiadora Beatriz Gutiérrez Müller derivó en el cese fulminante de Jorge F. Hernández como Ministro para Asuntos Culturales de la Embajada de México en España.

Y está claro que los preocupantes episodios mentales del no-presidente, sus metafísicas disquisiciones, y sus continuas oscilaciones entre cercanía y alejamiento, prometen más purgas.

Qué sigue. ¿Quemar libros?