Cartas desde la locura
Cartas desde la locura

La curiosidad pudo más que el miedo

Timothée Chalamet y Steve Carell, en Beautiful Boy.
“Si quieres conocerte a ti mismo, tienes que abandonarte a ti mismo”: John Callahan.

Ramón Martínez de Velasco

@ramavelm

I

Hay dos tipos de personas: las que buscan el placer y las que huyen del dolor.

El chaval Nic Sheff se emborrachó por primera vez a la edad de once años. A partir de los dieciséis fumó mota, inhaló cocaína, tragó éxtasis y se inyectó cristal de metanfetamina y heroína.

Su papá, David Sheff, siempre consideró que iba a encarrilar su vida. Pero las recaídas del chaval lo convencieron de lo contrario.

Él mismo narra las ‘jornadas de metanfetamina’ en Beautiful Boy, un relato de vida que me hermana con ése tema en común (tal como me sucedió con las andanzas de Carlos Castaneda con el chamán yaqui Juan Matus).

Lo que quiere decir que la película (peliculón) es tan auténtica como lo es la memoria personal de quienes vivimos la experiencia del ‘subidón’ con una sustancia tan adictiva como la metanfetamina (que consumí en zonas donde lo legal y lo ilegal se mezclan de modo muy natural y hasta cotidiano).

Ya instalado, nada de intentar comprender o buscar ayuda. Lo que procede es intentar reconocer al extraño del espejo durante el proceso de adicción progresiva y consumidor compulsivo.

II

“Lo único que me resultaba indispensable era divertirme y pasar un buen rato”, dice Sheff hijo. Inocentemente, claro, pues ése efímero recreo nada tiene que ver con la trama del adicto ni con los ‘subidones’ fuera de control.

“Hay momentos en los que miro a este chico a quien crié durante toda la vida y me pregunto quién es”, piensa Sheff padre, periodista de profesión, con artículos publicados en The New York Times, Rolling Stone y Playboy (en la que entrevistó a John Lennon tres meses antes de su asesinato).

Para sobrevivir a la noche, Sheff hijo se droga y Sheff padre escribe sobre cómo Nic se desarma ante sus ojos.

Cruza del periodismo hacia el desahogo y de allí hacia la crónica. “Podrían ser las cuatro de la madrugada y yo estaba abrumado y asustado. Nic estaba en las calles, usando drogas que pudieron matarlo”.

III

Pero Sheff padre cometió un error, al convencerse de que los adictos son personas enfermas que merecen nuestra compasión y entendimiento. Personas que necesitan ser tratadas por doctores especializados y recibir el medicamento adecuado.

Yo digo que no.

Y digo que siempre hay un punto de no retorno.

Y que no retornar es más fácil que regresar al punto de partida.

Epílogo

Hay dos tipos de personas: las que buscan el placer y las que huyen del dolor.

El placer te ayuda a olvidar.

El dolor a tener esperanza.

La esperanza de que hoy todo puede ser distinto.