Oscar Wingartz Plata*
Dentro de los regímenes democráticos existentes, sin embargo, predomina un juego más concreto. Se trata de la democracia de los procesos electorales, de los partidos y sus líderes, de los procedimientos, competencias y métodos con que las élites se reclutan y reciclan. La democracia asimilada al mercado, tan bien avizorada por Weber y descrita minuciosamente por MacPherson. Democracia de públicos, ya no de masas, muchas veces reducida a fenómenos de opinión. Democracia realmente existente, descrita empíricamente que gira sobre el carisma de los líderes y la manipulación de los medios de comunicación, en donde el riquísimo contenido de la idea democrática aparece muchas veces desdibujado en una univocidad reductora. Rodrigo Páez.
Estamos en la recta final de esta trama llamada campañas electorales. Donde hemos presenciado un poco de todo, al decir un poco de todo, nos referimos a las formas, los momentos, los dichos, las acciones de los actores políticos con sus luces y sombras, con sus desplantes y excesos, que nos dan materia para reflexionar con detalle sobre lo que viene en el futuro inmediato. Estamos a 30 días de las elecciones más grandes en la historia contemporánea de nuestro país, todo lo que ello significa. Unas elecciones complejas, no sólo por el número de cargos en juego, sino, también por el contexto en que se han dado estas elecciones. Uno de esos elementos son los candidatos, sobre todo, los que van a contender por la presidencia de la República, con características y referentes notoriamente contrastados. Sólo es cuestión de ver quiénes son, y a quién representan.
De los tres contendientes, la que se ha constituido en todo un “personaje”, es la candidata de la oposición, la señora Xóchitl Gálvez por sus dichos, desplantes, ocurrencias, y, sobre todo, por sus flagrantes contradicciones, no sólo verbales, sino, también conceptuales. Al confundir y expresar situaciones o realidades, totalmente fuera de contexto, una de ellas, en el segundo debate, al afirmar que en el Lago de Texcoco se puede hacer un reservorio de agua dulce, cuando es de evidencia que ese lago es salado. Así como esa, muchas, muchas más. El asunto de fondo, si se ve con detenimiento, el problema en muchos sentidos no sólo es ella, sino, quienes la eligieron. Ese amasijo de agrupaciones políticas, todas ellas en franco declive. No son exageraciones, son evidencias que tienen un margen de certeza o concreción que se verá confirmado o no en las próximas elecciones. Esto es, ¿cuál será el número de votantes que van a sufragar por ella? En otro espacio, habíamos comentando este punto, el estado calamitoso en que se encuentran el PRI, PAN y PRD. Partidos políticos, con una clara “diferenciación” programática que la coyuntura los llevó a una alianza en extremo controvertible y de difícil sustento. La pregunta de fondo es: ¿qué los une y los articula más allá de las elecciones? Pregunta clave, relevante.
El candidato por el MC, Jorge Álvarez Máynez, exdiputado federal, es de esos personajes que guardan un bajo perfil, entre otras cuestiones por la posición que ocupa su partido en la arena política. Un elemento que juega en franca desventaja a su candidatura, es ir en solitario. Esto parece no ser relevante, pero sí lo es, por una cuestión que se evidencia de manera muy clara, ¿cuál es el empuje, la fuerza que tiene su partido como para contender sólo? Aunque lo reitere, sólo tienen dos estados, Jalisco y Nuevo León. Estos dos estados con problemáticas muy agudas y complejas, entre otras, la violencia que se vive en ellos. Esto se ve reflejado, en las encuestas, al tener entre un 7 y 10% de las preferencias electorales, lo cual, a todas luces, es no sólo insuficientes, sino muy magro, de cara a la contienda que se avecina. Algunos analistas han planteado que la idea clave del MC es proyectarse con más fuerza hacia las siguientes elecciones en el 2030. Asunto complicado, por el tiempo y las coyunturas que se muestran en el corto y mediano plazo.
La tercera candidata, la doctora Claudia Sheinbaum, con una ventaja evidentísima sobre los otros dos contendientes. Un elemento que juega a su favor, es que ha capitalizado y desea proyectar toda la labor realizada por el actual gobierno, hasta el punto de decir que será el segundo piso de la 4T. Esto en sí mismo es una afirmación impresionante, entre otras razones, porque se quiere profundizar el cambio que está en marcha. Efectivamente, han sido muchos los cambios que se han operado en este sexenio. Cambios, que ni remotamente se hubieran concretado con otro tipo de gobierno, por una cuestión central, hacer cambios de cierta envergadura exigen imaginación, preparación, claridad, voluntad política y una decisión férrea de llevarlos adelante. Estos cambios han sido complicados, entre otros aspectos, porque las resistencias, las negaciones, los arrebatos han sido evidentes y contumaces. En este orden, se debe decir que, el país sí exigía transformaciones en muchos sentidos, uno de ellos, atender a la población más vulnerable y con menores recursos, que no son pocos. No hay que olvidar un asunto, nuestro México sigue siendo un país con enormes desigualdades, y no querer ver eso, es pretender tapar “el sol con un dedo”. Así, pues, la candidata de Morena va continuar con las transformaciones en curso, y buscar su concreción en su dimensión social.
A todo se debe hacer una reflexión crítica sobre estas elecciones y el proceso electoral. Todavía falta avanzar mucho en estos rubros, el proceso electoral sigue adoleciendo de la probidad requerida, sigue habiendo una enorme simulación por parte de los actores políticos, sigue habiendo mucho dispendio en las campañas electorales. Muchos de los contendientes no tienen el nivel, ni la preparación para enfrentar los retos que la situación del país impone. Los debates han mostrado la impresionante pobreza discursiva de muchos candidatos, la carencia de ideas y propuestas serias, viables, sensatas. Muchas son verdaderas ocurrencias sin sustento alguno. Las pugnas partidarias son llevadas a la arena social, como si eso fuera razón suficiente para hablar en favor o en contra de un candidato. Donde se miente de forma abierta, impune, sin un mínimo de seriedad.
Esto tiene que cambiar, por una cuestión que debe ser el “a, b, c” de la política, la búsqueda de la dimensión ética, la honestidad y la probidad como el horizonte de la vida pública y su práctica concomitante. No podemos seguir en ese rejuego, donde los partidos y sus operadores ven para sí mismos, y la ciudadanía sólo contempla cómo las agrupaciones políticas hacen de las suyas, sin en el menor pudor y recato. La política debe cambiar y ser lo que se espera de ella, una práctica social, donde la polis es el centro y la razón de ser de sus quehaceres y preocupaciones.
*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.
Debe estar conectado para enviar un comentario.