Análisis Desde nuestra América
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El problema de fondo sigue en pie

Bachillerato para todas y todos México
Opinión El problema de fondo sigue en pie Educación
El pasado 03 de febrero, la presidenta Claudia Sheinbaum; autoridades de gobierno, educativas y de universidades públicas de la zona metropolitana de la Ciudad de México firmaron un acuerdo para eliminar el examen de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems), con la intención de garantizar un lugar para las y los estudiantes que egresan de secundaria; también acordaron otorgar un “Certificado Único de Bachillerato Nacional”. Foto: Presidencia de la República.

Oscar Wingartz Plata*

Con o sin CENEVAL, también de fondo es claro que el Estado y el gobierno mexicanos somete a los jóvenes a una situación sin salida. Con el CENEVAL o con el hágalo usted mismo, se enfrentan a una situación otra vez de fondo difícil. O aceptan algo para muchos inaceptable, o se quedan sin escuela. Una mayoría acepta, pero con una mezcla de resignación y desesperanza que no prepara ciudadanos activos y participativos, favorece actitudes negativas (y a los 15 años), también rebeliones. La política del Estado contra las universidades -porque requieren y/o han sido o pueden ser críticos- directamente la pagan los y las jóvenes de México. Hugo Aboites.

Hace unas semanas el gobierno federal dio un anuncio, en el sentido de que se reconfigura el acceso al Nivel Medio Superior, sobre todo, en la Ciudad de México, y su área conurbada. Esto es, todos los jóvenes que soliciten ingreso a este nivel tendrían asegurado un lugar, previamente, haciendo una elección de planteles para tener mayor opción al momento de elaborar su solicitud, con dos excepciones notorias y de enorme peso, la UNAM y el IPN. Estas dos instituciones seguirán aplicando el examen de selección respectivo. Este punto tiene una serie de aristas y elementos a ser analizados. De entrada, se debe decir que es encomiable que el gobierno haga este tipo anuncios, pero como siempre, hay que ponderar lo dicho. No es una necedad ni una impertinencia reiterar el grave problema de acceso a la educación superior, junto con el ciclo inmediatamente anterior, la media superior. Este ha sido uno de los nudos más complejos de resolver desde hace décadas en materia educativa. La razón fundamental, la insuficiente capacidad instalada para dar acceso a todo aquel que lo solicite.

Se ha tratado de palear esta situación, pero en el fondo, no se ha resuelto, entre otras cuestiones, por la falta de presupuesto real, concreto para dar una respuesta consecuente. Otra de un enorme peso es, la política dictada desde el Estado. Podemos proponer un ejemplo en este sentido, lo vamos a hacer a manera de pregunta: ¿cuál fue la política educativa en el periodo neoliberal? En términos amplios el desprecio por esta zona de nuestra compleja realidad, sólo es cuestión de ver cómo fue tratado el magisterio nacional en el sexenio de Peña Nieto, con desprecio y una saña inaudita, empezando por su secretario de educación, Aurelio Nuño, que ninguneaba y descalificaba al magisterio al considerarlo un lastre para el país, sobre todo, a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Ante esas evidencias, era lógico que el asunto educativo estuviera estancado, y sin visos de recuperación.

Por otra parte, se había estado en una confrontación velada con las universidades al retenerles sus respectivos presupuestos, y lo que pasaba en su interior era realmente angustiante, porque debían y deben hacer frente a una serie de necesidades y compromisos, que no sólo están en la docencia. Uno de ellos, y muy agudo es su dimensión laboral, este es un tema aparte, por la enorme complejidad que conlleva. Es decir, la educación muestra en sus diversos sistemas y niveles una serie de desafíos y retos en extremo agudos. Retomando brevemente el asunto laboral en las instituciones de educación media superior y superior públicas, esto exigen una reconfiguración profundísima de su funcionamiento, empezando por las formas de contratación que tiene. Sin ánimo ni pretendiendo echarle más leña al fuego se debe decir que, hay profesores de primera, de segunda, y lo que resulte de todo ello. Estando así el asunto, lo propuesto por la autoridad federal es digno de reconocer, pero la cuestión sigue en pie.

En este orden, viene una pregunta en extremo pertinente, ¿por qué la UNAM y el IPN sí siguen aplicando examen de selección, mientras el resto de las escuelas tiene pase “automático”? Aquí la ecuación ya no cuadra, porque, no hay una salida clara y viable en determinados segmentos de este nivel. Esto se complejiza más si lo llevamos al conjunto del país, la pregunta es: ¿qué capacidad tienen los estados para absorber al grueso del estudiantado que solicitan ingreso al medio superior y superior? Por ello lo que dice el Dr. Aboites tiene mucho sentido, al hacernos reflexionar sobre esta problemática de manera pertinente.

No debemos olvidar que la presidenta Sheinbaum quiere que se le recuerde como la “presidenta de la educación”, eso está muy bien, pero, ¿dónde está la concordancia entre lo deseado y lo concreto? El ejercicio que se está proponiendo es una muestra de ello. Ahora bien, una de las realidades más evidentes que muestra nuestro sistema educativo es, que cada nivel o como dicen algunos, cada subsistema, en sí mismo abriga una problemática que la complejiza hondamente. Eso hace más abigarradas las respuestas. En este punto debemos decir que, las diferencias entre la educación básica y la superior son de tal dimensión que implican un análisis sobre necesidades muy, muy específicas. Dentro de este esquema, la básica es la que se prioriza por razones de mayor envergadura, un elemento a considerar, porque concentra la mayoría de la matrícula escolar. De ninguna forma se pretende exagerar la nota, pero haciendo eco de lo planteado por el Dr. Aboites, es necesario reflexionar con mayor puntualidad las políticas que se implementan, sobre todo, en el ánimo de colaborar y coadyuvar en su solución.

Para finalizar esta entrega, la propuesta que lanzó el gobierno federal en relación con el acceso al nivel medio superior, debe haber una correspondencia con el conjunto del país, y revisar con espíritu ponderado como darle salida a la carencia de espacio a los jóvenes en este ciclo escolar, para que no se vean exclusiones, elitismos, compartimentaciones en torno a la enseñanza y su proyección social. A partir de esta idea se puede proponer otras más, pero lo que se desea enfatizar es la imperiosa necesidad de trabajar con mayor ahínco en la solución de esta zona de nuestra realidad, que se hace más demandante y más aguda. Es decir, si deseamos que la enseñanza sea un derecho y un bien social, debemos hacerlos para todos, sin excepciones. Ahí está uno de los núcleos de la discusión.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.