Desde nuestra América
Desde nuestra América

¿El destino nos alcanzó?

Imagen: Gaceta UNAM.

Oscar Wingartz Plata*

Cada minuto, cada hora, cada día que pasa, el mundo empeora inexorablemente y no se ve de qué manera este fenómeno de degradación y deterioro logrará ser detenido y remontando. La humanidad ha perdido el control sobre el gigantesco experimento que ella misma desencadenó y que la conduce a la catástrofe.
Y este reconocimiento, que hoy es decisivo, constituye el reto principal y mayor solamente percibido por una minoría de minorías, las únicas que logran atisbar en toda su dimensión el peligro que acecha. Víctor M. Toledo.

No es la primera ocasión que se propone un asunto como el presente. En otros momentos lo hemos planteado, a diferencia de los anteriores, éste tiene una dimensión superlativa, porque contempla una variable que debe ser meditada en su justa proporción, el tiempo se agota. Como bien dice el epígrafe propuesto, la degradación y el deterioro son inexorables, no esperan. La imperiosa necesidad de tratar este punto parte de una preocupación evidente, y con el paso del tiempo se va haciendo más claro y explícito lo que le está sucediendo al planeta en su dimensión vital, por ser el espacio donde habitamos.

En el pasado, se habló de este fenómeno, pero no se alcanzaba a dimensionar su peligrosidad y desarrollo vertiginoso, como se ha dado en la última década. Asunto potencialmente agudo, por una cuestión que va teniendo visos apocalípticos, su carácter irreversible. El autor del epígrafe, conocedor de esta problemática pone sobre la mesa algunos elementos, todos ellos de primer orden, entre otros, el año, como punto de inflexión de esta realidad que nos va alcanzando. Es una proyección que se hace, para tener una idea lo más cercana al problema, de no hacer nada o no actuar con la contundencia requerida, será tarde.

El Dr. Víctor M. Toledo nos plantea lo que él llama cinco escenarios: a. La tendencia demográfica o poblacional, b. El problema energético, c. La crisis climática, d. La crisis del agua, e. La crisis alimentaria. Como se puede apreciar, todos y cada uno de ellos son mayúsculos, porque están interconectados de forma estructural, es decir, si uno se ve afectado el resto, también. No hay excepciones, la cadena vital así está configurada, esto hace el asunto extremadamente problemático, complejo, de dimensiones catastróficas.

Haciendo una extensión de las crisis planteadas, el autor dice que, entre 2020-2050 habrá en el planeta 2000 mil millones más de seres humanos, su sola enunciación es impresionante, y lo que ello significa, más necesidades y una ampliación del consumo en diversos rubros: agua, comida, vivienda, educación, etc. Por otra parte, para esas alturas de la historia se habrán agotado los combustibles fósiles, aunado a ello, serán para algunos analistas, totalmente insuficientes las energías renovables (eólica, geotérmica, solar, hídrica) para abastecer de energía a una población en permanente ascenso; el derretimiento de los polos y glaciares  afectará severamente el abastecimiento de agua, con la concomitante elevación del nivel de los océanos; un punto en extremo crítico, la escasez de alimentos, por efecto directo, de los sistemas agroindustriales, por ser altamente contaminantes, aunado a la falta de agua.

Aquí hay un dato que reflexionado con detenimiento tiene una dimensión casi irreal, que sale de nuestra comprensión, la población urbana para el 2050 será de 6300 millones de habitantes. Esto equivale a casi la población actual del planeta. Traten de imaginar estimados lectores esta cifra de seres humanos en las ciudades, lo que implica para el planeta una concentración poblacional de esta envergadura, en consecuencia, una vez más, los problemas que todo ello acarrea. Tratemos de visualizar lo que implicará abastecer de alimentos a conglomerados de estas magnitudes, la gobernanza, su organización, la contaminación que puede generar, la satisfacción de necesidades básicas y un etcétera que se amplía de manera exponencial. Aquí se muestra una clara contradicción, la población seguirá creciendo, y los recursos escasearan cada vez más, visto desde esa perspectiva.

Una de las consecuencias directas de este estado de cosas, entre otras, es el modelo económico, social, tecnológico y civilizatorio que viene en del siglo XIX, cuando se dio la llamada “Revolución Industrial”, junto con el patrón de acumulación capitalista que vio en toda actividad, la posibilidad de lucrar y obtener ganancia. Esto no es nuevo, lo nuevo es que este modelo está llevando al planeta a su condición más extrema, es decir, su agotamiento irreversible. Si ponemos estos planteamientos en la balanza, veremos que es una carrera contra el tiempo, pero el asunto es ¿cuánto tiempo objetivamente hablando se tiene para decir que reversibilidad? Cuestión complicada.

Por otra parte, hay una serie de factores que se han ido normalizando, de tal manera que, se ve con la mayor naturalidad, caso concreto, estar expectantes ante un fenómeno que ya venía vislumbrando, pero que no se asumió en su plena dimensión. Esto es, la tecnocracia capitalista fue ahondando esta coyuntura, al estar instalada en su propia comodidad, beneficio e individualismo. Porque se han beneficiado a manos llenas de este modelo de producción y desarrollo, sin importarles si se agota o no. La última fase de este modelo civilizatorio es informática llevada a su sobreuso y explotación desmedida. Los resultados de ello el “la creación de un nuevo sujeto social”, que tiene como punto visible, el aislamiento, una vez más, el individualismo, la ruptura de la sociabilidad, la virtualidad de las relaciones sociales, que hace más complejo en panorama, y su posible salida, vía la interacción social exigiendo una reconversión profunda de las formas de vida imperante. He aquí una de las tantas dimensiones de este problema.

* Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.