Cartas desde la locura
Cartas desde la locura

Ecos de los 90: la Reina Roja / y II

El Presidente López Obrador inauguró, a inicios de marzo, el “Pabellón de la Reina Roja” en Palenque, Chiapas. Foto: Gobierno de México.
“No es odio a España. Es odio a nosotros mismos”: Octavio Paz.

Ramón Martínez de Velasco

@ramavelm

Trabajé en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de 1992 a diciembre de 1994. Fui el primer reportero de la Dirección de Medios.

Nosotros, los de entonces, ya no fuimos los mismos a partir del 1 de enero de 1994, cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) mandó parar a todos.

Nosotros, los de entonces, ya no éramos los mismos, cuando, desesperado, Carlos Salinas de Gortari presionó para que del Proyecto Arqueológico Chiapas saliera una “buena noticia”.

I

Marzo de 1994. La entonces reportera de La Jornada, Adriana Malvido, comenzó a aparecer en la Dirección de Medios.

Curiosamente, el 11 de abril se “descubre” el sarcófago de la Reina Roja de Palenque. Y allí está la ‘niña-popis’, personalmente en persona.

“Como narro en mi libro La Reina Roja, el secreto de los mayas en Palenque (Plaza y Janés-INAH, 2006), fue una amiga, totalmente independiente de la institución, quien me adelantó que habían encontrado un sarcófago en Palenque”. (Cristina Payán -esposa del director fundador de La Jornada-, en realidad, quien trabajaba en la Coordinación de Museos y Exposiciones del INAH.)

“Recurrí a Carmen Gaitán, entonces directora de Comunicación Social del INAH, en busca de información. Me la negaron, pero insistí”. (Falso. Pues lo suyo provenía de una ‘filtración’.)

“Supe que (Carlos) Salinas (de Gortari) no quería prensa en el sitio porque él mismo quería dar la noticia, en caso de tratarse de algo importante”. (No lo era. Ni lo es. Salinas buscaba tapar las primeras planas al EZLN.)

Ante su terquedad e influyentismo, a la ‘niña-popis’ el INAH le autorizó que visitara Palenque para dizque entrevistar a los arqueólogos y hospedarse en el campamento.

“Aún se ignoraba el contenido del sarcófago, que permanecía sellado desde el siglo VII d.C. Fue al segundo día de mi llegada que pude presenciar el arduo trabajo con el que aquél joven equipo logró, luego de 16 horas de maniobras, deslizar la lápida y descubrir a un personaje de la realeza maya”. (No se ignoraba. Alberto Ruz Lhuillier lo tenía registrado desde los años 50-60, pero no le dio importancia.)

Para justificar su sospechosa presencia en la zona arqueológica, cuestionada por el periodista Víctor Roura (El apogeo de la mezquindad), a él le respondió: “Nadie me invitó. Y todos los gastos por los cuatro días que permanecí en Palenque corrieron por parte de La Jornada, diario en el que trabajaba en 1994, cuando, en efecto, tuvo lugar el hallazgo de una subestructura en el Templo XIII que condujo al descubrimiento de la tumba de la Reina Roja, que tuve el privilegio de cubrir”. (Malvido miente y ha lucrado con esa mentira durante años, periodo que incluye la semana pasada.)

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

En Adriana Malvido todo es viejo.

II

Veintisiete años después, el orate López fue a Palenque a rendirle culto al monigote de la Reina Roja.

Veintisiete años después, el orate López y sus fanáticos reviven la idea de que la Conquista no fue Conquista sino Invasión Genocida.

Veintisiete años después, Adriana Malvido continúa con su cantaleta.

Epílogo

“El carácter ideológico del mito de Cortés fue el arma de combate de un Partido político. Pero esas luchas pertenecen al pasado. Hoy, el mito pelea contra fantasmas.

“Aparte de su irrealidad, el mito es nocivo porque en vez de unir, divide conciencias. Su función es exactamente contraria a la de El Cid, que fue un mito fundado en un personaje histórico, más dudoso que Cortés.

“Pero en tanto que El Cid unió a los españoles, Cortés divide a los mexicanos, envenena las almas y alimenta rencores anacrónicos y absurdos.

“El odio a Cortés no es odio a España. Es odio a nosotros mismos.

“El mito nació de la ideología y sólo la crítica de la ideología podrá disiparlo”.

Octavio Paz.