Desde nuestra América
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Algunos planteamientos sobre el asunto educativo

Foto: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Oscar Wingartz Plata*

Cuando hablo de la carencia de instituciones y programas especialmente diseñados para formar a directivos, me refiero a la falta de una preparación profesional especializada en gestión escolar y liderazgo pedagógico. Un posgrado ajeno al campo, no es ni significa una adecuada preparación para realizar tareas de dirección y gestión en el campo.
Pienso que se requieren conocimientos, desarrollo de habilidades, prácticas acompañadas (tutorías para directivos noveles) y valores éticos en el campo específico de la formación en gestión educativa y liderazgo académico. La docencia por sí sola no es ni debe ser el único sustento para seleccionar y realizar este tipo de responsabilidades directivas. Juan Carlos Miranda Arroyo.

Estamos en la antesala del regreso a clases en pleno. Esto quiere decir que, la normalización de la actividad educativa está en marcha. Después de dos años de un severo confinamiento, la escuela en general se apresta a reencontrarse con todos sus quehaceres. Este elemento nos invita a reflexionar sobre algunas cuestiones que deberían ser consideradas como el reinicio de una nueva etapa en el sector educativo en todos sus niveles. La pandemia ha sido una dura lección para el sector en cuestión, entre otros asuntos, porque puso sobre la mesa una serie de realidades que, si se conocían, no se habían hecho explícitas, o se habían ido postergando sus efectos. Uno de ellos, y el más complejo, el uso y sobreuso de la virtualidad como eje central de la actividad educativa.

Este dato en sí mismo expresa una serie de problemáticas, que a la vuelta de los meses evidenció en muchos aspectos, la desarticulación del sistema en diversa esfera. Esto llevó a la propia autoridad educativa a asumir una serie de decisiones que fueron complejas y de no sencilla asimilación, como el postergar indefinidamente el regreso a clases. Por otra parte, hay una asignatura pendiente, la evaluación seria, ponderada, juiciosa de todo este tiempo que la escuela estuvo cerrada, en términos académicos, pedagógicos, docentes, curriculares, administrativo, la deserción escolar que se generó por efecto del aislamiento, así como el retorno a la actividad, y los posibles efectos que pueda tener en el desarrollo escolar.

No hay que irnos con la impresión que todo regresó a “la normalidad”, así como si nada hubiera pasado. Este planteamiento tiene sus razones, una de ellas es, en el proceso enseñanza-aprendizaje, ¿qué tanto se aprendió?, ¿qué profundidad tuvo lo que se impartió en estos años de confinamiento?, ¿la virtualidad pudo subsanar la carencia de la presencialidad?, ¿las prácticas escolares qué nivel de desarrollo tuvieron a través de una pantalla? Estas preguntas, pueden parecer reiterativas o fuera de lugar, pero en el fondo no lo son, por un elemento que está presente, es la primera vez que la educación mexicana se enfrentaba a un escenario de estas dimensiones.

Aquí cabría retomar con sentido propositivo el epígrafe de esta entrega, las autoridades educativas de los diversos niveles ¿cómo tomaron este fenómeno? ¿cómo lo interpretaron desde su inicio hasta el presente? Es decir, la evaluación que se está proponiendo debe abarcar un arco amplio, donde se muestre por donde avanzar, a partir de esta experiencia. Este regreso a clases está a mitad de camino, en el sentido, de visualizar con enorme cuidado qué medidas tomar, y con ello revertir el tiempo del confinamiento. En estos planteamientos, hay una serie de consideraciones que deben ser asumidas con actitud crítica y valorativa, con ello proyectarnos en una perspectiva más lúcida y promotora, para ello se requiere que la propia autoridad asuma ese reto, el calibrar con objetividad ¿qué ha dejado esta coyuntura en el sector educativo?

Sería un despropósito afirmar que ya se está de regreso sin la valoración respectiva, lo vivido ha sido muy complejo, desgastante y de una enorme incertidumbre, sobre todo, para el sector estudiantil, que en muchos aspectos tuvieron la sensación de estar en orfandad absoluta. Entre otros elementos, por la ruptura abrupta de la dinámica escolar, con ella, la perdida de una serie de prácticas y actividades que le daban una orientación clara a sus quehaceres. Es decir, de golpe, de la noche a la mañana se decidió “todo mundo a su casa hasta nuevo aviso”, este “nuevo aviso” tardó mucho tiempo en darse, dos años, con las consecuencias que se han ido mencionando.

Aquí hay una idea de uno de los especialistas en materia educativa, Enrique Calderón Alzati, precisamente plantea esta propuesta, la evaluación de todo lo ocurrido. Entre otros asuntos afirmaba que, se debe retomar las prueba ENLACE para tener una visualización lo más cercana posible de lo sucedido en materia educativa en el nivel básico y medio superior, ante esto, la pregunta de fondo está sugerida, ¿acaso no se tiene perfilada una posible respuesta? Creo que ahí está el meollo del asunto. Ahora la cuestión es ¿hacia dónde ir y con qué herramientas?

No hay que pensar que la educación superior salió bien librada. Este nivel muestra una serie de efectos que no sean hecho explícitos, evaluados, uno de ellos, la deserción escolar. Este dato en sí mismo es contundente, porque hacer referencia a las decisiones, prácticas y procederes de las autoridades, a la vuelta del tiempo, tuvieron un efecto adverso en la comunidad estudiantil. La misma rectora de nuestra universidad, expuso en su último informe de labores, que la deserción fue del 29%, esto en términos muy concretos, nos hace pensar que, la pandemia tuvo un impacto severo en el estudiantado, y para responder ante ello, los recursos fueron escasos, fuertemente burocratizados, y a destiempo.

Como se ha planteado, los efectos de esta coyuntura deben ser analizados con espíritu abierto y propositivo, la experiencia vivida debe ser la punta de lanza de una visualización consecuente de nuestro sistema educativo, y las posibles respuestas en un futuro inmediato. Si se habla con tanta insistencia sobre educación, debemos actuar en consecuencia con esa insistencia.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.