Desde nuestra América
Desde nuestra América

¿Cómo? ¿tlayudas en el aeropuerto?

Imagen: Especial.

Oscar Wingartz Plata*

En otros términos, la feudalidad existente en la sierra es tal feudalismo sólo si se considera separadamente de su lugar en el conjunto de la estructura económica del país. Tomado dentro de este conjunto, es decir, articulado al capital y bajo su dominio, es “semifeudal”. Si la solución del problema del campesinado indio y del problema agrario es la destrucción de la feudalidad, eso no puede realizarse sino dentro del proceso global de la revolución anticapitalista. Ni antes, ni después, como enfáticamente sostiene al discutir el problema del indio en particular. Aníbal Ponce

Estimados lectores, el pasado 21 de marzo se inauguró el AIFA (Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles) en la base aérea de Santa Lucía en el Estado de México. Una obra realizada en tiempo récord, 2 años y medio. Este dato es contundente, para muchos fue una osadía creer que se podía entregar esa obra en ese lapso de tiempo. Sobre todo, si tomamos en cuenta que se construyó un complejo aeroportuario, que contempla una serie obras que acompañan esta magna proyecto. Como se expuso en la ceremonia de entrega, con tecnología de punta, como corresponde a las exigencias y requerimientos de la moderna transportación aérea. Todo un complejo habitacional, aéreo y cultural.

Estas primeras líneas vienen como parte de una narrativa que se desprendió del evento en sí mismo. Una de ellas, la aceptación, admiración y beneplácito por la labor ejecutada; la contraparte, el rechazo, la denostación o la animadversión. Entre otros asuntos, la denostación vino por las imágenes que se difundieron de la romería que se organizó entorno al acto de inauguración: una señora estaba vendiendo tlayudas, y con muy buena aceptación por parte de la concurrencia. Esto es, a nadie le cayó nada mal un poco de alimento ante una jornada que se inició muy temprano. No hay que olvidar un elemento en este acto, la reunión del gabinete de seguridad se realizó precisamente en las instalaciones del nuevo aeropuerto, posteriormente, la mañanera fue en el mismo recinto, y hasta las once de la mañana dio inicio del evento entrega-recepción en cuanto tal. Es decir, muchas horas, sin bocado, eso fue un exquisito manjar para muchos de los asistentes.

El mismo presidente lo comentó al día siguiente. El recelo y el rechazo ante estas expresiones, por parte de un sector de la población, sólo reiteran un panorama social harto complejo donde se materializan resabios históricos pasados y presentes. En este orden, retomaría el epígrafe propuesto. Las ideas centrales, son de uno de nuestros más grandes teóricos y pensadores latinoamericanos, José Carlos Maríategui. Siempre preocupado por la condición del campesinado peruano, en cierto punto de sus reflexiones, planteó la necesidad de la restauración incaica, un retorno a las formas de vida y de producción anteriores a la conquista y la colonización. El abogó por una reconfiguración de la sociedad peruana, donde el agenta de esas transformaciones estuviera encabezado por el campesinado. Él lo concebía de esa forma, tratando de hacer ver la estricta necesidad de la elevación espiritual y material de esta clase social. Como parte de su proyecto de transformación social, y dicho sea de paso, tenía razón. Esto es, la cercanía y similitud entre el caso peruano y mexicano son evidentes, y por extensión a toda nuestra América. La marginación, la segmentación y la exclusión son “lo cotidiano”.

A través de los comentarios vertidos, nos damos cuenta que todavía estamos muy lejos de ser un país plenamente parejo, esto quiere decir, donde las diferencias y los distingos de raza, condición social, económica, incluso, ideológica se borren de nuestro horizonte histórico-social. No es la primera vez que se hacen este tipo de planteamientos, es parte de una reiteración que abarca un arco histórico que viene del proceso mismo de la colonización. Seguimos arrastrando resabios profundos, de marginación, exclusión y rechazo para todos aquellos que consideramos no son de nuestro condición socio-económica.

Las expresiones mostradas, nos remiten a un conjunto, no sólo de imágenes, si no también de concepciones ideológico-culturas que tienen un fuerte anclaje en la conciencia de mucha gente. Se ha dicho, o pretendido decir, que en México no hay racismo, ni clasismo, pero esto está por comprobarse. La segmentación de nuestra sociedad es evidente, no hay necesidad de buscarle mucho, lo tenemos ante nuestros ojos. Este elemento ha generado y genera un complejo de realidades y situaciones de no sencilla resolución, porque apela a un problema más agudo, el clasismo. No es simplemente el hecho de que alguien sea distinto, sino lo hacemos explícito, con ello ahondamos más la diferencia.

Así, pues, seguimos embarcados en un mar revuelto donde muchos problemas sociales, económicos, culturales están ahí. La solución o las soluciones deben pasar una serie de procesos de enorme calado, que no se van a agotar en este gobierno, sería iluso pensar que pueda ser así. Requiere una serie de mediaciones que cubren un espectro problemático que debe englobar al conjunto del país. Un eje clave de la solución es la esfera educativa, sin ella es impensable que podamos superar este problema, por una razón clara, ahí es donde se hace explícita la relación entre las clases sociales y su posibilidad de articular una visión de nación integradora, armónica y libre de sectarismos.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.