En Pocas Palabras
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Adiós a la Iniciativa Mérida: nuevo capítulo de seguridad

En el diálogo de Seguridad entre funcionarios de México y Estados Unidos. Foto: https://presidente.gob.mx

Teresa E. Hernández Bolaños

El pasado 8 de octubre, durante el Dialogo de Alto Nivel sobre Seguridad, llevado a cabo en México, se abrió un nuevo capítulo entre los Estados Unidos y México en el tema de seguridad, y otros temas vinculados, como la migración, la salud y el Estado de Derecho. Con dicho diálogo, ambos países llegaron a lo que llamaron una “alianza” en materia de seguridad y no un acuerdo de cooperación. La diferencia radica, al parecer, en que México ya no recibirá asistencia o presupuesto, ni tendrá que someterse a ciertas reglas impuestas por Estados Unidos, para enfrentar al crimen organizado. Una vez acordada la nueva alianza que se ha llamado “Acuerdo Bicentenario” se han dado por terminados los 13 años de Plan o Iniciativa Mérida que se firmaría en junio del año 2008, por el entonces presidente Felipe Calderón, en el marco de la llamada “guerra contra el narco”.

Pero, qué significa decirle adiós al Plan Mérida, qué condiciones llevaba consigo. La larga vida de la Iniciativa Mérida implicó varias etapas, desde su firma en 2008 se planeó como un plan de largo aliento, financiado por el presupuesto del gobierno norteamericano y subordinado a la estrategia de combate al narcotráfico de este país, que lo consideraba en ese momento como la primera amenaza a su seguridad nacional. La Iniciativa fue planeada y diseñada por el Gabinete de Seguridad de los Estados Unidos. El Acuerdo implicaba un millonario presupuesto para financiar el plan, que comprometió a México a someterse a los lineamientos impuestos por los Estados Unidos, y lo comprometió a entregar soberanía y territorio para justificar la entrega de nuevo presupuesto. Desde entonces, los planes de Seguridad del gobierno de Calderón y de Peña Nieto, estuvieron alineados a este acuerdo.

En el territorio mexicano se ejecutaron acciones de Inteligencia Operativa en manos de los servicios de Inteligencia norteamericanos como la DEA (Agencia Antidrogas), la CIA (Agencia Central de Inteligencia), y el FBI (Buró Federal de Investigaciones), que operaron en México desplegando su “inteligencia militar”, que incluía la presencia de “mercenarios” de organizaciones privadas contratadas por el Pentágono, para entrenar y “capacitar” a los cuerpos de seguridad de la Secretaría de Seguridad Pública mexicana, todo en el marco y los cuerdos del Plan Mérida. En el año 2010, Hillary Clinton, siendo Secretaria de Estado de los Estados Unido, calificó a la Iniciativa como una estrategia fallida y declaró que el problema ya no era con el crimen organizado, sino contra lo que llamó “narcoinsurgencia” y “narcoterrorismo”, con lo cual debía redirigirse la estrategia, considerándose la instalación de bases militares norteamericanas en territorio mexicano.

El balance negativo de la Iniciativa hizo que se diera un viraje a la estrategia en 2010, de ahí que la Iniciativa no se enfocaría sólo a la lucha contra el narcotráfico, sino también se enfocaría al aspecto social (educación, salud, desarrollo económico y social). En 2013 el gobierno de Peña Nieto firmó una nueva etapa de la Iniciativa, se recibió un nuevo presupuesto y se anunció que éste se usaría para la “prevención y la justicia penal”. Para esa fecha el presupuesto asignado para la lucha contra el narcotráfico ascendía a unos mil 600 millones de dólares, a lo que se les sumaría un nuevo presupuesto previsto para 2014 de 205 millones de dólares de la administración Obama.

Hoy, según las declaraciones de Marcelo Ebrard, Secretario de Relaciones Exteriores, la nueva alianza en torna a la seguridad, deja atrás las acciones a las que se sometieron los dos sexenios pasados y plantea tener un objetivo común, un plan de acción común con los Estados Unidos, sin someter la soberanía, la autonomía y el respeto mutuo. Estaremos atentos para evaluar el “Acuerdo Bicentenario”, esperemos que las promesas planteadas se cumplan y no sólo se resuelva el problema, sino que la soberanía y autonomía de México sea finalmente respetadas.