Desde nuestra América
Desde nuestra América

Un eterno retorno

Foto: Centro Cultural Tijuana (https://cecut.gob.mx/).

Oscar Wingartz Plata*

Los militantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, combatimos en defensa del pueblo trabajador; combatimos por amor a la patria sojuzgada; combatimos por convertir en realidad nuestros sublimes ideales, en donde lo que prevalezca sea la justicia, el amor, la felicidad y la erradicación de actos inhumanos como el sufrido por nuestra compañera; en fin, donde sea eliminada la brutal explotación del hombre por el hombre.
Quienes nos hemos propuesto recorrer la dura senda de los combatientes que han consagrado la vida hasta morir en aras de la liberación de los oprimidos y explotados, de los ultrajados y humillados, no tenemos más hermanos que quienes comparten el martirio que se ofrenda para forjar un mundo nuevo, un mundo justo y libre. Comandante Carlos Fonseca.

Hace unos días se dieron a conocer las respectivas sentencias de algunos personajes que se oponen y se oponían al gobierno encabezado por Daniel Ortega Saavedra en Nicaragua. Uno de los datos más impresionantes y fuera de toda proporción fue la condena de 8 años para la comandante Dora María Téllez, La Comandante Dos, figura central en el asalto al Palacio Nacional en Managua, el 22 de agosto de 1978. Esta operación estuvo encabezada por otro célebre comandante Edén Pastora, El Comandante Cero, que le rindió enormes frutos a la lucha revolucionaria, entre otros, la liberación de muchos cuadros político-militares del Frente Sandinista de Liberación Nacional, uno de los liberados fue el propio Daniel Ortega. También se condenó a 13 años de prisión a Víctor Hugo Tirado, uno de los militantes más sólidos del FSLN; y la noticia más sentida fue el fallecimiento en prisión del comandante Hugo Torres, también conocido como el Comandante Uno, que a su vez participó en la toma del Palacio Nacional la cual estamos refiriendo.

Hemos puesto en contexto estos elementos para reflexionar sobre un asunto que debería ser de la más estricta obviedad ética y moral. Para los muchos que seguimos puntualmente la revolución nicaragüense, uno de los aspectos que más nos atraían, fue la entrega, la generosidad, el desprendimiento como norma fundamental de sus militantes. Es a partir de esta idea que las noticias, los hechos recientes en ese hermoso país, nos generan una sensación de tristeza, profundo dolor, y cierta dosis de resentimiento al ver lo que está sucediendo. En ese orden, deseamos retomar algunos planteamientos propuestos en el epígrafe de esta entrega. Un elemento a destacar es el autor del mismo, el comandante Carlos Fonseca, líder y fundador del FSLN, provenía de una familia muy humilde, de la región central de Nicaragua. Desde esa condición fue creando una profunda convicción nacionalista, a la vuelta de los años, desde su propia experiencia vital fue generando una idea clara sobre la liberación nacional de su país, tomando en cuenta que vivió en carne propia las atrocidades y abusos de la familia Somoza y sus allegados.

Decíamos más arriba que estos acontecimientos muestran un cúmulo de realidades por demás contradictorias y carentes de mínima consideración ética, sobre todo, si tomamos en cuenta cuál debería ser la moral de un militante sandinista desde la concepción del comandante Fonseca. Los principios y fundamentos de la lucha revolucionaria se apegaban a una profunda convicción humanista, donde la justicia, la igualdad, la erradicación de los abusos, y la superación de la explotación de los seres humanos entre sí fueran el eje, el faro que iluminaran su conducta. Pero he aquí que todo eso ha ido desapareciendo del horizonte mental, existencial y político de muchos excombatientes y militantes del Frente, empezando por el propio Daniel Ortega, que ha claudicado ante estos principios y fundamentos. El sólo hecho de juzgar con tal severidad a sus compañeros y camaradas de lucha, nos pone a pensar en la extrema fragilidad de las convicciones histórico-sociales, no se diga revolucionarias que deberían ser todavía más sólidas.

En este orden de ideas, hay un texto excepcional escrito por otro un gran promotor de la Revolución en Nicaragua, el Dr. Orlando Núñez Soto, sociólogo y economista, este libro se titula: La Insurrección de la Conciencia, escrito al calor de la revolución donde mostraba una serie de planteamientos sobre lo que debería ser la nueva realidad social a partir del triunfo revolucionario, entre otros elementos hablaba de la superación revolucionaria de la realidad, la moral y la revolución en la vida cotidiana, la moral un campo de batalla de lo cotidiano. Con ello trataba de mostrar que la vida debía tender a un cambio profundo, radical porque partía de un evento que transformaría la existencia en su totalidad. Proponemos una de esas ideas donde afirmaba lo siguiente: “La moral de la transformación de la vida cotidiana es una moral humana que tiene como objetivo la desaparición paulatina de las contradicciones entre los valores sociales y las necesidades individuales, tendiendo además a negar y superar todas las contradicciones actuales, aspirando a construir un mundo ausente de contradicciones, un mundo de cooperación, de solidaridad y de amor”.[1]

Con la cita propuesta, nos podemos dar cuenta que se han ido perdiendo muchos principios y valores sociales y morales donde afincar la conducta, política, social y personal. Parecería que estamos en un eterno retorno, por ello, el título de esta entrega, donde la pragmaticidad, los intereses, las ambiciones de diversa índole son la guía, el norte, el horizonte de las conductas tanto individuales como colectivas. Ante esos pareceres en muy difícil revertir las acciones, más cuando se tiene poder y fuero. Este es uno de los grandes dramas que ha vivido la humanidad, doblegarse ante la codicia, la avaricia y el egoísmo disfrazado de interés público. Por ello es reprobable, censurable y cuestionable esas actitudes, que muestran escasísima consistencia ética, moral, social e histórica de cara una sociedad y un pueblo. Porque todo esto tiene un costo, no hay impunidad histórica.

Esta es una de las múltiples aristas de la conducta socio-política a ser analizadas, reflexionadas y valoradas con sensatez, ponderación y juicio crítico. Si realmente deseamos tener una vida superior, más plena y feliz, lo primero que debemos tener, es políticos con probidad, honestidad y solvencia intachable, si no es así, seguiremos en esa eterna reiteración, como lo que se relató en este artículo.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.

[1] Orlando Núñez S, La insurrección de la Conciencia, Managua, CIPRES, 1996, 2° ed. p. 117.