
Oscar Wingartz Plata*
Seré claro desde el principio. No estoy proponiendo un nuevo paradigma para nuestro trabajo colectivo en lo que prefiero denominar como ciencias sociales históricas, más bien trato de exponer lo que considero confuso y limitante en los principales puntos de vista, con la esperanza de estimular la búsqueda de un nuevo paradigma que a muchos les tomará bastante tiempo y esfuerzo construir. Immanuel Wallerstein.
La entrega que se propone en esta ocasión, está estrechamente relacionada con el artículo que se publicó el pasado 12 de diciembre del año pasado, cuyo título fue: ¿Qué hacer ante esta pobreza? Ambos trabajos tienen un hilo conductor cercano. El reflexionar sobre los contenidos que guarda el pensamiento contemporáneo. Este asunto, a su vez, se conecta con la enseñanza que se proporciona actualmente en las universidades donde hay Facultades de Ciencias Sociales y Humanidades. Porque, no en todas las universidades tienen academias en estas disciplinas, y menos, colegios consolidados. En nuestro país, un buen número de universidades imparten estas disciplinas, pero, no todas están en el mismo nivel. Esto también tiene su razón de ser. Una de ellas, es el tiempo que ha tomado su consolidación en una determinada universidad. Esto, también tiene un vínculo estrecho con el anuncio reciente que dieron las autoridades educativas federales, sobre la renovación del nivel medio superior.
Ahora bien, hace unas semanas, el maestro Marcos Roitman Rosenmann, un eminente sociólogo chileno, nos hizo una serie de consideraciones de primer orden sobre los cuestionamientos propuestos. Él dijo que hay un grave problema en la enseñanza de lo social a nivel latinoamericano, esto da como resultado una pobreza que se refleja en los productos generados, tanto en la docencia como en la investigación. Muchos pueden argumentar que son exageraciones las afirmaciones que hace, pero, si vamos al fondo del asunto, veremos que no está perdido, y menos, que esté extrapolando la discusión. Hagamos algunas consideraciones.
Un primer acercamiento que debemos formularnos, y que tiene su propio peso específico es, ¿qué se está enseñando en estas disciplinas? La pregunta puede parecer ajena o poco relacionada con lo que se está exponiendo, pero, paradójicamente es uno de los núcleos de la cuestión, es decir, si no nos preguntamos por las cosas, ¿de qué estamos hablando? En este punto hay que proponer una serie de hechos que nos permitan entender con mayor cuidado lo que se está cuestionando.
Vamos a partir de una referencia muy clara, en las décadas de los ochentas y noventas, la enseñanza de las Ciencias Sociales y las Humanidades estaba en una enorme efervescencia, esto por el contexto y los procesos que el mundo en su conjunto estaba viviendo. La humanidad tenía ante sí un cúmulo de realidades que exigían, demandaban un mínimo de comprensión, en consecuencia, actuar ante esas situaciones. No hay que perder de vista que, uno de esos grandes procesos fue, la caída del Muro de Berlín, con él, la extinción de la Unión Soviética con todas las implicaciones que tuvo en la recomposición geopolítica a nivel planetario. Otro gran fenómeno fue el ascenso de una “nueva doctrina económica”, el neoliberalismo, ello implicó un reordenamiento de las relaciones productivas y sociales a gran escala, entre otros puntos, la llamada “economía de mercado” en pleno auge y la regulación del mercado por sí mismo.
En el plano cultural, se presentó el “novísimo” pensamiento posmoderno, la Posmodernidad, que pretendidamente sería la crítica frontal a la modernidad occidental no cumplida y siempre predicada. Esto es, Occidente le quedó a deber al mundo, la tan ansiada modernidad, que iba a sacar al planeta de sus miserias, por efecto, de un pensamiento renovado y superador de las carencias históricas heredadas de las contradicciones de un mundo imperialista y depredador, donde los valores y los principios humanos fueran el centro de esta gran transformación. Junto con estos procesos, la enorme relevancia que fue cobrando, lo que hoy se conoce como el Sur Global, todas las naciones que se ubican fuera de la esfera de los países centrales, son los que concentran los mayores recursos económico-financieros y de mayor desarrollo industrial. Se presentaron en la escena mundial una serie de situaciones que significaron una actualización, una toma de conciencia histórica y teórica dignas de ser analizadas con actitud crítica y reflexiva.
Al parecer todo ello quedó en un impasse, o tal vez, en un repliegue, ante una coyuntura en extremo vertiginosa que no permite centrar las discusiones de manera clara y profunda. Por ello lo que afirma el Mtro. Marcos Roitman en relación con el análisis de lo social y sus alcances. En contraparte, la pregunta es ¿cuál es la materia central de discusión en estos tiempos? ¿la cibernética?, ¿la inteligencia artificial?, ¿los reacomodos político-industriales?, ¿la recomposición de las sociedades en un mundo regido por la informática?, ¿el cambio climático?, del que se habla mucho, y se hace poco o nada, para revertirlo. Es ahí donde se retoma el cuestionamiento propuesto, ¿qué se reflexiona sobre la condición humana y su momento presente? También hay que decirlo, el núcleo de estos problemas debe ser y estar centrado en los seres humanos, lo demás, es la llamada “razón instrumental”, según el discurso posmoderno. Es decir, las cosas, los objetos, las máquinas, lo que se inventa para satisfacer necesidades.
Este asunto debería tener una enorme relevancia en la enseñanza en su conjunto, porque nos pondría en una ruta de reflexión en extremo pertinente y absolutamente necesaria, como ejemplo se propone lo siguiente: el gobierno actual encabezado por la presidenta Sheinbaum pregona de manera reiterada un eslogan que se llama “el humanismo mexicano”, pero una cuestión que no está del todo aclarada, ¿qué es?, ¿qué significa dicho humanismo?, ¿cómo entenderlo en lo concreto, en el día a día? Para estar en sintonía con lo que se dice y se pretende hacer. Como se puede observar hay un mundo de cuestiones a ser pensadas, reflexionadas, puestas en acto, para caminar en un plano, que pueda realmente dar respuestas a las necesidades humanas. Esta es una de las labores que debe generar la enseñanza universitaria.
*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.
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