Desde nuestra América
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¿Qué se puede esperar?

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos urgió la liberación inmediata del obispo Rolando Álvarez, detenido en Nicaragua, donde gobierna Daniel Ortega.

Oscar Wingartz Plata*

Así pues, “cambiar de vida” y “trastocar este mundo de opresión” significa una acción transformadora colectiva e irreversible hacía un nuevo conjunto histórico; este quehacer demanda una “nueva conciencia popular” que enjuicie críticamente, valore y dirija el proceso de liberación. Aquí es donde se enraiza en profundidad la eficacia histórica de la Evangelización liberadora precisamente como “revolución de la conciencia” y revolucionaria, al igual que el proyecto que ella funda, no es otra cosa que la conciencia de que la renovación y la transformación de este mundo de explotación, es la “historia por hacer” a fin de constituirse ella misma como conciencia creadora. Raúl Vidales.

La situación que priva en Nicaragua se está tornando preocupante por la manera en que el gobierno encabezado por el Daniel Ortega ha actuado. Una de esas actuaciones se refiere a la confrontación que está generado con la Iglesia católica, hay que decirlo, una vez más. Se afirma este punto, porque no es la primera vez que se da. Para ello, nos tenemos que remontar a su propia historia. Aquí podemos marcar tres etapas muy claras: la primera, la relación de la Iglesia con la dictadura somocista, sobre todo, en el periodo que va de 1940 hasta 1979; el segundo momento, su relación con el gobierno revolucionario encabezado por el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), como la vanguardia política-militar triunfante de la Revolución en la década de los ochentas; y la tercera etapa, su relación con el gobierno en la llamada postrevolución. Es un periodo, que abarca la historia contemporánea de esa nación con sus altas y sus bajas.

Tampoco hay que perder de vista un asunto que es central, la historia de este país ha sido en extremo compleja, si tomamos el tramo que va de la insurrección popular en 1977 hasta la pérdida del poder por parte del FSLN en 1989. Año del derrumbe revolucionario. Es en este marco que podemos visualizar una serie de hechos, eventos, incidencias de diverso orden y nivel de agudización, uno de ellos es el que estamos proponiendo, su relación con la Iglesia católica.

Estando así el asunto, hace unas semanas comenzó a incrementarse el hostigamiento contra la Iglesia, dicha presión tiene como punto de partida los eventos acaecidos en el 2018, cuando el gobierno emitió un anuncio que puso en alerta a la población en su conjunto, la disminución de las pensiones para los trabajadores, esto generó un movimiento social que fue sofocado a sangre y fuego, con un saldo de 320 personas fallecidas y un número indefinido de detenidos. Al calor de los acontecimientos, el gobierno acusó a la institución religiosa de estar fraguando actos de sedición y conspiración contra el Estado, por el sólo hecho de dar protección y cobijo en las iglesias a la población que buscaban protegerse los tiroteos callejeros y de las persecuciones que se dieron durante y después de las movilizaciones. Ahí empezó la confrontación no tan velada por parte del gobierno.

Los argumentos esgrimidos por la autoridad abarcan un arco indiferenciado de acusaciones e imputaciones que van desde propiciar desórdenes callejeros hasta traición a la patria, lo cual expresa una visión extrema de sus actos. Ante esa situación inició una serie de acciones que se incrementaron, como el hecho de afirmar que todos aquellos que expresaran su desacuerdo, crítica o inconformidad fueron objeto de persecución: periodistas, políticos, opositores, obispos y sacerdotes que emitieran su opinión ante los graves acontecimientos perpetrados. Aquí un cuestionamiento muy claro, ¿por qué el gobierno afirma o dice que la Iglesia conspira contra el Estado? Ese argumento muestra una extrema insensibilidad de cara a la población, sus problemas y necesidades. La Iglesia por voz de algunos obispos y sacerdotes sólo muestra el sentir popular, el gobierno nicaragüense refrenda el refrán popular: “Están viendo moros con tranchete en todas partes.”

Tampoco hay que olvidar un dato relevante, cuando se iba acercando las elecciones presidenciales el año pasado, donde Daniel Ortega de postulaba para un cuarto mandato, comenzó a acallar a la oposición de todo tipo y nivel de representación, incluso, en un hecho inédito y profundamente criticable, a sus propios camaradas y compañeros de ruta los encarceló por expresar su descontento e inconformidad con sus actos de gobierno, entre otros: Hugo Torres, Dora María Téllez, Víctor Hugo Tinoco, todos ellos dirigentes de primera línea de la lucha revolucionaria, hasta el punto en que el comandante Hugo Torres falleció en la cárcel por las pésimas condiciones del confinamiento, y una carencia total de respeto por la condición humana.

Es en este marco, que se fue incrementando la presión y el hostigamiento hacia todo aquel que no estuviera de acuerdo con el gobierno, uno de esos sectores fue la Iglesia, un primer acto en esta dirección, fue que el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez se exiliara en Estados Unidos. Otro de los obispos Rolando Álvarez, de la diócesis de Matagalpa fuera puesto en “prisión domiciliaria” juntos con otros sacerdotes y laicos que los acompañaban en la casa episcopal, hasta el punto de ser detenido por la policía nacional que irrumpió por la fuerza y lo sustrajo. Ambos obispos, habían expresado su parecer por lo que estaba sucediendo en Nicaragua.

Ante este panorama, es muy probable que se incremente los hostigamientos y las presiones, hacia todos aquellos que no comulguen con el gobierno y sus decisiones. Una mención especial es la actuación del Papa, que se ha pronunciado de manera tibia y escueta ante los hechos perpetrados en la nación centroamericana. Decir que por el diálogo y la conciliación se puede llegar a un arreglo es encomiable, pero, de ahí a que efectivamente suceda eso, hay un tramo muy largo, si tomamos en cuenta el proceder altamente despótico y autoritario de Daniel Ortega, que abandonó el ideario sandinista hace mucho tiempo.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.