Desde nuestra América
Desde nuestra América

Otra vez se repite la misma historia

México: Carta de intención con el Institute for Innovation and Public Purpose
Opinión: Otra vez se repite la misma historia
El pasado 01 de junio, el secretario Marcelo Ebrard firmó una carta de intención con la directora del “Institute for Innovation and Public Purpose”, Mariana Mazzucato. Foto: Secretaría de Economía.

Oscar Wingartz Plata*

Históricamente hemos reproducido miméticamente la producción intelectual preferentemente europea; el ciclo de la subordinación, en diverso nivel, se sigue reproduciendo hasta nuestros días. Seguimos estructuralmente anclados en la dialéctica del “amor y el esclavo” que mencionaba Hegel, “el genio filosófico” de Jena y referente europeo de la modernidad contemporánea. De tal manera, nos seguimos presentando como “colonizados mentales”, así lo afirman dos de nuestros más lúcidos filósofos Leopoldo Zea y Horacio Cerutti: la llamada “emancipación mental”, que debía llegar con el ciclo revolucionario abierto con la independencia política de Latinoamérica al inicio del siglo XIX, no se ha completado. Todavía estamos en ese “estira y afloja” históricos que se refleja de manera nítida en nuestra producción espiritual y se desdobla en otras disciplinas sociales y humanistas. Oscar Wingartz.

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de leer un artículo que me llamó la atención por los contenidos que nos presenta. El trabajo en cuestión se titula: “Simulacro de soberanía: saberes nacionales frente al prestigio importado”, de José Blanco.[1] Retomo el planteamiento inicial, porque se reitera una vez más una práctica que muchos habían creído extinta, esta es, no seguir reproducción modelos, esquemas, ideas y prácticas foráneas. Todo esto viene de lo expuesto por el autor al decir que: se firmó una carta de intención entre la Secretaría de Economía de México y el Institute for Innovation and Public Purpose (IIPP) de la University College London. Esta fue presentada como un paso hacia la transformación económica con justicia social y sostenibilidad. Con esto se pretende establecer una alianza para diseñar políticas públicas orientadas a misiones impulsado por Mariana Mazzucato. Una economista ítalo-norteamericana, que, a su vez, es la directora del mencionado instituto. El asunto a destacar es dejar, una vez más, en segundo plano lo propio, como si nuestros saberes no fueran relevantes.

En la década de los años setenta del siglo pasado apareció en la escena eclesial católica una propuesta pastoral mejor conocida como la Teología de la Liberación, cuyo inspirador y fundador fue el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, entre otros asuntos proponía desarrollar una pastoral propia, que partiera de las necesidades, aspiraciones y deseos de las comunidades latinoamericanas. Esta mención tiene una conexión estrecha con el asunto que se está proponiendo, porque retoma una de las cuestiones más sentidas por nuestras sociedades, en consecuencia, por nuestras comunidades, ésta es, desarrollar una propuesta y una práctica que asuma nuestras complejidades, sin tener que buscar en otras latitudes respuestas a nuestras ingentes carencias, es decir, asumir nuestros problemas y solucionarlos.

En una década, esta práctica eclesial y sus fundamentación teórica y teológica se desdobló en la Filosofía Latinoamericana, como una reflexión que asumió como propia esa aspiración de ser y pensar “con cabeza propia” nuestra América. Esta práctica eclesial tuvo su réplica al interior de las Ciencias Sociales latinoamericanas, entre otras, en la economía, la sociología, la antropología, la historia. Esto es, fue asumido un paradigma que permitía cuestionar, pensar, reflexionar y vivir la realidad de nuestro continente como realmente propia. Para muchos, en su momento fue considerado como algo irrelevante, carente de profundidad. Con el paso del tiempo, tuvo su propio peso específico, no sólo en la Iglesia, sino, también en la academia, hasta el punto en que fue retomado y referenciado como necesario y pertinente. Uno de los cuestionamientos más exigentes fue: ¿cómo queremos resolver nuestras limitaciones, si carecemos de una visión propia sobre nuestros problemas y la forma de encararlos? A partir de los planteamientos vertidos, se inició una ardua búsqueda de los fundamentos que nos permitieran enfrentar esas necesidades.

Estando en este punto la discusión, pareciera no ha pasado nada, es decir, volvemos otra vez a lo mismo, sin tomar ni tener en cuenta que ya se ha reflexionado y trabajado sobre el asunto. En este orden, se propone la siguiente idea de José Romero que apuntala lo expuesto, y dice: “Desde entonces, ciencia, tecnología, industria y pensamiento social siguieron caminos separados. Mientras la estructura productiva se subordinaba a cadenas globales de bajo valor agregado, el sistema científico se replegó hacia la academia (…), y las ciencias sociales se encontraron atrapadas en circuitos teóricos importados, abandonaron toda aspiración de orientar un proyecto nacional. Cuatro décadas después, la paradoja es evidente: México genera conocimiento que su economía no puede aprovechar.”[2]

La cita en sí misma es elocuente, porque pone el acento en lo que se está planteando, y así, simplemente va a ser muy complejo proyectar una propuesta realmente propia. Las que ha habido como dice el autor, están insertas en una cadena de bajo valor agregado. Desde esa perspectiva el asunto se hace extremadamente complejo, una muestra de ello, fue la amenaza que Trump le hizo a nuestro país sobre el aumento de los aranceles, y lo que implica en la economía nacional. No es nuevo lo que se está proponiendo, la cuestión de fondo es, si ya tenemos una idea más que sabida, ¿por qué no actuamos en consecuencia? Es decir, avanzar en la formulación de una propuesta que impulse la ciencia, la tecnología, la economía y el conocimiento en general, a una etapa de desarrollo propio. Este es núcleo de la discusión que se plantea.

No se puede negar que hay ideas, propuestas, desarrollos, pero no en la medida, la necesidad y el nivel que se requiere para salir de ese ciclo perverso, donde no despunta nuestra economía por estar anclados estructuralmente a una serie de políticas, esquemas y subordinaciones que colocan a nuestro país en una desventaja y vulnerabilidad evidentes. Como se mencionaba más arriba, este asunto ya fue analizado y discutido desde la década de los años setentas, donde se propuso una serie de medidas y acciones que permitieran avanzar sobre la base de una concepción propia de desarrollo, pero no prosperó por la impresionante dependencia que tienen nuestros países a la lógica de la acumulación, del intercambio desigual y la subordinación científico-tecnológica.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.

[1] José Blanco, “Simulacro de soberanía: saberes nacionales frente al prestigio importado”, México, La Jornada, 5/VI/2025.

[2] José Romero, “Ciencia sin industria, talento sin destino”, La Jornada, México, 18/06/2025.