“No importa cuándo dinero tengas. Todos caeremos juntos”: Madonna.
Ramón Martínez de Velasco
I
Tiempo ha, las celebridades se refugiaban de la malaria o de la peste o del cólera en sus casas de las montañas, y los más pobres se quedaban a esperar la muerte.
Aquel privilegio en tiempos pandémicos parece ceder.
Ni las celebridades distraen a las masas de los temas sin remedio, ni los famosos tienen ya poderes curativos entre los anónimos confinados en sus casas.
La necesidad de atención, narcisismo y vanidad en unos y en otros, se ha vuelto en su contra. Y ejemplos sobran.
El culto a la celebridad va menguando conforme aumenta la necesidad de material sanitario.
“El sueño de la movilidad de clase se disipa cuando la sociedad se confina, y la economía se encalla y los muertos se amontonan”, apunta la periodista Amanda Hess. “La diferencia entre vivir en un apartamento o en una mansión, nunca ha resultado más obvia”.
Entre la colapsada clase media, por ejemplo, muchos ya llegaron a la conclusión de que nunca han sido ricos y nunca lo serán.
El formato de fama va caducando y despojando a las estrellas de su misterio, pues han tenido que bajar a la Tierra y su público ha cambiado.
En todo caso, ése público se ha enterado que existen los científicos y los médicos y las enfermeras.
Hasta los periodistas están fuera de contexto y se han convertido en su propia parodia, anunciando una “nueva normalidad”.
Y sí.
Una donde miles de anónimos, desterrados, rotos y desarraigados, hoy no sabemos si habrá mañana.
II
Lawrence Harvey Zeiger, alias Larry King, padeció diabetes, cáncer de pulmón, un quíntuple bypass, angina de pecho, un ictus que lo dejó en estado de coma, y la muerte de dos de sus hijos con 23 días de diferencia (uno de ataque al corazón y la otra de cáncer de pulmón).
Todo ese karma lo llevó a ser “un periodista que no tenía por qué presumir de serlo” y “un entrevistador que no estaba obligado a demostrar que sus conocimientos eran siempre inmensamente superiores al de sus entrevistados” (El País).
No interrumpía para sentirse importante ni miraba a la cámara con solemnidad ni su conducta era pretenciosa.
Obligaba al entrevistado a simplificar sus respuestas para poder articular una conversación “en la que el interlocutor acababa confesando aspectos de su vida o su trabajo que nunca habría revelado”.
Cincuenta mil entrevistados, millones de espectadores, ocho matrimonios.
“Hay que saber dónde empiezas y no empezar sabiendo dónde quieres acabar”.
Epílogo
Gran Manual para pequeños queretanitos que no abandonan su burlesque.
O que nunca lo abandonaron.
Y que hoy están muertos.
¿Contra quién pelea el amigo Ramavel? ¿Para qué? ¿Necesita el periodista un adversario como el patriarca del sexenio para exponer sus ideas golpeando? Deja que las palabras hagan su camino y actúen por sí mismas. Con mis saludos de luz, cordialmente. ¿Cuál fue la enseñanza de Larry KIng? JFM. Q, Presidentes, 4-II-2021.
“Me gusta la gente con ese átomo de locura que hace que la existencia no sea monótona. Aunque sean personas desgraciadas que, según mi familia, son calamidades indeseables”: Carmen Laforet.
Tal es la enseñanza, don Julio.
Cuídese. O mejor no. La vida es bello peligro, amigou.