“Candil de la calle, oscuridad de la casa”, dicho popular.
Julio Díaz Reyes*
Reflexionar sobre los éxitos de otros y el demérito de propios, es una característica humana acentuada en algunas culturas, destacada en algunos individuos afectados por el síndrome de oquedad, hoy en día matizados por el terror de la pandemia Covid-19.
A raíz de las elecciones en Estados Unidos de América, multicomentarios de toda clase de politólogos y periodistas. Sin faltar desde luego los pseudointelectuales y los “rumorólogos” de pasillo. Destacando quienes hasta festejaron el triunfo y la derrota de los contendientes, apropiándose de los hechos como propios.
Reza la frase bíblica “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?”.
Reflexionar en el gozo que causa en algunos individuos los éxitos extranjeros, no es de extrañarse cuando coinciden las descalificaciones hacia los hechos de los compatriotas, así pues, en lugar de ocuparse por enmendar lo dispuesto de mejora, simplemente transitan por el camino fácil del confort de la crítica insana, La zona de confort puede parecer un lugar agradable, pero a la larga no permite que el individuo crezca como persona y sea feliz. Ese comportamiento, define a las personas negativas, pesimistas que ven el vaso medio vacío en vez de medio lleno. Este tipo de personas se toman todo demasiado a pecho, como algo personal, incluso aquellas situaciones que no pueden cambiar. Y puesto que tienen la autoestima baja, es decir, que se valoran negativamente, todo les afecta. Son personas que no viven el presente porque tiene miedo a encontrarse consigo mismas.
Reflexionar en que, a pesar de que podemos darnos cuenta de que la pandemia de Covid-19, es algo universalmente extraordinario, que ha afectado no solo la economía global, sino que ha modificado sustancialmente el comportamiento social en general. A pesar de ello no se reconoce el esfuerzo del gobierno mexicano, que con las limitaciones por la falta de infraestructura y riqueza suficiente para enfrentar la responsabilidad de atender las necesidades de toda la población, se vituperan las acciones y la investidura presidencial, como si con ello se ayudara a enfrentar el reto.
Algunos apátridas aseguran que al arribo de Biden a la Casa Blanca nos traerá el desarrollo de México, con base en la comparación y suposición de que si fuéramos o nos comportáramos como aquellos resultaríamos ciudadanos de primer mundo. ¿No será acaso el trabajo y respeto entre mexicanos lo que promueva el crecimiento económico a través de la honestidad? y ¿no será que el desarrollo del país se logre a través de la eliminación de la corrupción? y ¿no será con la preparación y dedicación hacia lo que nos corresponde?
Perseguir la deconstrucción de un país a sabiendas que no es propiedad particular, el país es patrimonio de todos, por lo tanto, nos corresponde sumarnos para su desarrollo.
Debemos trabajar en nuestro propio autoconocimiento, para encontrar nuestros deseos, así sentirnos bien para no sufrir por la valoración de los demás. Ya que cuando se depende de factores externos más que internos para ser felices, es que no se sabe lo que se quiere.
Carpe diem.
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