Germán Espino Sánchez*
En China la palabra crisis también significa oportunidad, entre los legados de 2020 está un obligado cambio de rumbo para toda la humanidad. Vivíamos en un espejismo en el desierto del consumismo, ahora sabemos que el espejismo es falso y el desierto es real. Sin la crisis de la pandemia los peores líderes del mundo como Trump, Bolsonaro, Putin y Boris Jonson, quizá también AMLO, seguirían viento en popa. La crisis los puso contra las cuerdas y ahora son exhibidos como los peores líderes del mundo. Antes de la crisis ya lo sabíamos los especialistas, pero la gente estaba ilusionada con los líderes antisistema que prometían un mundo maravilloso fuera de la realidad. Querían seguir explotando los recursos naturales y contaminar sin medida; prometieron enriquecer a la gente sin exigir a cambio un esfuerzo extra; todos sus planes eran el camino más directo al precipicio del cambio climático. Lo que vivimos en 2020 apenas es el principio del fin de la humanidad si no cambiamos de rumbo.
La medicina de la pandemia ha sido muy amarga, pero también nos deja muchas lecciones: cuidar el mundo, cuidar la higiene, cuidar la salud, cuidar a nuestros seres queridos. Ya aprendimos que comer y beber en exceso engorda, nos vuelve propensos a diabetes y a morir por Covid. Fumar y beber alcohol en exceso también nos pone en riesgo, igual que la vida sedentaria. Hoy aprendimos que debemos hacer ejercicio, cuidar a los familiares, ver a los amigos aunque sea casi a escondidas y no en parrandas espantosas. Parecería que 2020 es el año en que la virtud restaura su esplendor y el vicio pierde su maquillaje banal.
En 2020 hemos descubierto que los médicos y enfermeras, los paramédicos y la legión de la salud son los verdaderos héroes; en contraste, hoy los superhéroes de Marvel se ven muy mamones. En el nuevo mundo ya sobran los locos con pistolas y ahora lo que nos urge son especialistas con batas y uniformes, científicos que resuelvan problemas de la vida real, buenos maestros que se rifen la vida en cada lección.
Resiliencia es la palabra del año, aprender a resistir con prudencia y buenas maneras, soportando la inclemencia de la temporada. Aprender a sobrevivir encerrados sin volvernos locos y sin pelear con los familiares. Aprender a disfrutar los pequeños momentos de amor y amistad sin las falacias del oropel.
Vivimos una era de transición, obligados por la pandemia. En casi todas las sociedades del mundo hay ritos de transición que los jóvenes tienen que sortear para convertirse en adultos. En muchas tribus de indígenas estos ritos son muy ostentosos, en una tribu de la Isla de Pentecostés saltan desde un poste de cinco metros amarrados desde los pies y tocan el suelo para romperse la nariz, así nació el Bongee. Los indígenas de Australia para convertirse en adultos tienen que abandonar su tribu durante un año y rodar el mundo para aprender a sustentarse solos.
Bueno, pues en el principio del siglo XXI las sociedades humanas vivimos una era de transición y está en nuestras manos aprender la lección para corregir el rumbo o seguir adelante para llegar al precipicio del cambio climático. ¿Creen ustedes que la humanidad superará la prueba para dar paso a una era de madurez emocional e intelectual?
*Profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro.
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