Análisis Desde nuestra América
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¿Una nueva política, para nuevos tiempos?

Una nueva política en México.
Una nueva política, Opinión
Imagen: elmitin.do

Oscar Wingartz Plata*

Vive nuestra América una crisis de proyectos y se corre el peligro de no asumir nuestra responsabilidad con el futuro. Pero también puede expresarse una nueva forma de porvenir, percibimos en el horizonte, no obstante, las contradicciones y oposiciones irreductibles, la posibilidad de un diseño coherente. Podemos ver un futuro abierto que no es compatible con la concepción común de lo que ha sido llamado proyecto. En esta perspectiva, más que un proyecto alternativo se requiere una forma diferente de afrontar el futuro. Para llevar a cabo reformas políticas requerimos un verdadero cambio del hacer política, lo cual implica ir más allá de la política institucionalizada. Mario Magallón.

Este entorno electoral, de muchas formas nos invita a reflexionar críticamente sobre la política y el quehacer político, entre otras cuestiones, por las formas, las expresiones, los contenidos y las prácticas que se están mostrando en esta coyuntura. De diversa manera se ha estado insistiendo en elevar el nivel de los discursos y los debates, con ello estar a la altura de ese quehacer, no quedarse en una exposición limitada y superficial de lo que se pretende en el futuro inmediato. Esto viene ante la avalancha discursos y la sobreexposición de los candidatos, las imágenes y los dichos de los contendientes, que literalmente nos abruman, nos ahogan en un océano de palabras y gestos que al final de cuentas poco le dice a la ciudadanía, a menos de que sea algo realmente importante o escandaloso, el resto, son redundancias sin mayor trámite.

Este planteamiento, también se ancla en la “guerra” que ha entablado la oposición contra su “acérrimo rival”, el actual gobierno y la candidata del Partido Morena. Para ellos son lo mismo. Esto es, parecería que quieren hacer una identificación mimética entre el gobierno y el partido, así, sin más. Eso los ha llevado a un proceso electoral muy desigual y confrontativo que rebasa los márgenes de una sana contienda. No es la primera vez que se dice esto, el poco nivel mostrado por los agentes políticos en este tipo de procesos. Lo que hace ver a la política y su quehacer como una actividad carente de probidad y poco nivel de miras. Ante esas evidencias, una cuestión que se impone es preguntarnos por la política en sí misma y sus prácticas. ¿Acaso no hay una versión diferente de sus contenidos y expresiones? ¿Tenemos que estar sujetos a una política que poco tiene que ver con la ciudadanía y sus necesidades? Uno debe preguntarse por ella, si es que queremos un horizonte diferente. En este orden, podemos plantearnos algunas ideas a manera de cuestionamiento sobre esta coyuntura, y una posible respuesta.

Uno de esos cuestionamientos ha estado presente, incluso, antes del inicio formal de las campañas, sobre las formas en que la oposición muestra a su rival, con el uso, como se dice hoy, de una narrativa poco respetuosa. Usando una serie de adjetivaciones poco serias, y sí muy ofensivas. Esto en sí mismo es altamente criticable. Los oponentes de ninguna manera deben ser señalados con ese tipo de lenguaje, porque muestra a la misma oposición con un conjunto de agrupaciones con poco nivel, no sólo político, si no, también cultural. Es decir, con una inmensidad de carencias, entre otras de expresión, ya ni que decir de propuestas. La llamada “guerra sucia” se ha instaurado como una práctica cotidiana en este tipo de coyunturas, pero la cuestión sigue en píe, ¿esto es lo que realmente se desea al entrar en la contienda política? Es aquí donde nos debemos preguntar sobre la necesidad de una nueva política, para tiempos nuevos.

En esta perspectiva va una cuestión muy pertinente, ¿qué es lo marca el rumbo de lo político y su práctica respectiva? En una primera aproximación debemos decir que son dos elementos centrales: la ciudadanía y los contextos, es decir, el tiempo histórico. Pensar que la política empieza y termina en los partidos políticos, es estar en otra dimensión, en otra atmósfera, que no corresponde con su sentido real. ¿Por qué se creó la política? Precisamente, como una forma de arreglar y solucionar los conflictos que se dan en una sociedad, y como una manera, de armonizar los intereses y las necesidades de la misma comunidad. Si partimos de esa idea, estaremos retomando sus valores y principios. Otra cosa muy distinta ha sido la manera en que se le ha instrumentalizado, como se le ha manipulado, como se le ha querido ver de la cara a la sociedad. Ante eso, es de evidencia que la población, no se siente representada por esos agentes políticos, en consecuencia, se aleja de ella por no responder a sus expectativas y exigencias.

Así, pues en este tiempo nos debemos preguntar sobre la necesidad y pertinencia de la política como un quehacer social, no única y exclusivamente de los partidos. Porque ellos, ni remotamente la sintetizan. Los partidos son sólo una expresión del todo social. No vaya a pasar lo que en cierta ocasión aconteció con un político priista Emilio Gamboa Patrón a pregunta expresa sobre las decisiones de gobierno: “Aquí nosotros decidimos lo se va a hacer”. Ante eso, no queda muchos que decir. En esa dirección va el epígrafe propuesto, al afirmar que, para hacer reformas políticas, requerimos, necesitamos cambios profundos en el hacer político, y eso debe venir no de la política institucionalizada, porque en sí misma está atrapada en sus propias formas, que ya no responden a un tiempo más complejo y demandante, como lo es nuestra sociedad, que ha sufrido transformaciones intensas en poco tiempo.

Requerimos de una nueva política que supere las formas actuales, entre otras cosas, para ya no estar presenciando este tipo de espectáculos, donde pareciera que los más importante es denostar a los contrincantes, y no proponer una idea de nación y su proyección consecuente. Necesitamos salir de esas formas de hacer política. Lo demás, es seguir en una práctica reiterativa como la que vemos cotidianamente.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.

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