
Oscar Wingartz Plata*
La crítica social practicada en algunas IES como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, las Universidades Autónomas de Guerrero y de Guadalajara o la Escuela Normal Superior, entre otras, fue disminuyendo y con ello también su presencia política. Sería imposible hacer un análisis, aquí y en este momento de esos procesos de debilitamiento de las luchas sociales que encabezaban las IES, son muchos los factores y las formas en se fueron dando y son también muchos los matices presentes en casa institución; en lo cual hay que tomar en cuenta las luchas sindicales presentes en ellas. Miguel Romero Griego.
El pasado 6 de mayo del presente año, el Subsecretario de Educación Superior de la SEP, Ricardo Villanueva Lomelí en una reunión con todos los rectores de las universidades de México, hizo una serie de planteamientos que ameritan ser reflexionados por las implicaciones que pueden tener en el futuro mediato, al ser cuestionables algunos de ellos desde esta consideración. Los planteamientos que se desean reflexionar, no son nuevos o de reciente data. Muchos de ellos, tienen una trayectoria dilatada, vienen del siglo pasado, ante la efervescencia de un mundo agitado, intenso, convulso, con sus luces y sus sombras, del cual somos deudores por todo lo que nos ha aportado en el presente.
Iniciemos con el título de esta entrega: ¿Un nuevo modelo educativo? La pregunta de rigor es ¿a qué se está haciendo referencia? En esa reunión, la misma SEP urgió a las universidades a formular un nuevo modelo, pero el asunto no es ni tan sencillo ni tan inmediatista. ¿Por dónde abordar esta cuestión? Esta es una de las labores más complejas y más arduas dentro del sector educativo, porque implica una serie de retos, proyecciones, ideas, principios, una filosofía que sea la fuente y fundamento de ese modelo que se solicita. No sólo son asuntos de orden técnico o simplemente, el cambio o acomodo de determinadas lógicas educativas. Es toda una concepción de educación lo que se está pidiendo, en este punto, viene un cuestionamiento muy agudo ¿por qué y hasta dónde se pretende llegar con el nuevo modelo? Uno elemento más, ¿qué cambiar y qué dejar dentro de esta propuesta? Es evidente que hay cosas valiosas, pertinentes y necesarias; no sólo por el prurito de cambiar se va a arrasar con todo, sin miramientos ni ponderaciones.
Un ejemplo de lo que se está planteando, el cambio curricular o el cambio en el plan de estudios de una determinada carrera es un asunto complejo. Cuando se hace con seriedad, implica tiempo y análisis sobre las implicaciones que puede tener en el futuro inmediato. Se deben hacer una serie preguntas, muchas de ellas de primer orden, proponemos dos: ¿a qué intereses responde un cambio curricular? Dos, ¿se está en condiciones de hacer estos cambios y avanzar cualitativamente, sólo en su enseñanza, si no, también en su implementación? Cuestiones relevantes.
Se decía que hizo una serie de consideraciones el subsecretario Villanueva, una de ellas dice: “Lo que hoy enseñan en las universidades a los jóvenes ya no les servirá en una década, porque pierde vigencia rápido”. Esta aseveración debe estar sujeta a una serie de matices, lo contrario, es irnos con una impresión poco reflexionada. La pregunta de rigor es ¿a qué conocimientos se refiere? Si es al conocimiento en general, esto quiere decir que el asunto va muy mal. Porque implícitamente está diciendo, lo que se enseña no tiene ningún sentido ni relevancia. Segunda cuestión: ¿cuál sería ese nuevo paradigma educativo en educación superior para evitar la caducidad de la que habla? Este punto ha sido reiteradamente debatido en las academias, la conclusión, no puede generalizarse, entre otros elementos, porque depende de los estatutos epistemológicos que han constituido a las distintas disciplinas y su formalización. Es decir, no todas abordan lo mismo, ni se configuraron a partir de un patrón único de conocimiento. Eso se intentó hacer, a la vuelta del tiempo se dieron cuenta que no se podía, caso concreto, en el siglo XIX pretender implementar dogmáticamente el positivismo como la panacea a todos los males del mundo. La diversidad disciplinaria es un punto central en estas consideraciones.
Tercer punto. Uno de los problemas más agudos que se le está presentando a la educación superior, no sólo en las universidades, si no, sobre todo a nuestras sociedades es ¿qué hacer con los avances científicos, tecnológicos, informáticos y la inteligencia artificial? Estos avances exigen respuestas en diverso rubro y consideración, es decir, no todo vale, ni todo es pertinente, a su vez, no todo es bueno ni necesario; más, si estamos viviendo en un mundo impresionantemente desigual, sociedades opulentas frente a sociedades paupérrimas. No es lo mismo vivir en Europa occidental que vivir en África, o en el Medio Oriente, vean ustedes la masacre en curso en la Franja de Gaza, donde es inminente el genocidio que está tocando la puerta de la historia.
Mucho de lo que está ocurriendo en esa guerra, es lo que se está comentando, el uso de armamento llamado de última generación, implica avanzados sistemas informáticos. Es ahí donde vienen los cuestionamientos y la legitimidad de esos desarrollos y su aceptación. Pregunta obligada: ¿por qué se deben aceptar estos avances, así sin más?, ¿cuál es el precio que deben pagar nuestras sociedades por todo ello?, ¿deseamos un mundo a lo Terminator? ¿Dónde las máquinas tienen la posibilidad objetiva de acabar con la especie humana? Por eso es importante y necesario hacer una revisión de lo que se quiere y desea como sociedad. Es indispensable el conocimiento en diversa dirección para cuestionarnos críticamente lo que estamos haciendo con nuestro planeta y la vida en general.
Como se puede ver, hay cuestiones de fondo que deben se reflexionadas con mayor cuidado y detalle. Por otra parte, es de evidencia que, hay muchos avances científicos y tecnológicos de primer orden y benéficos, pero eso no avala para decir que cambiemos todo y asumamos un futuro incierto. Ya nuestras sociedades tienen bastantes problemas como para lidiar con más, si tomamos en cuenta que el conocimiento debe estar mediado por su necesidad y pertinencia. No hay que perder de vista, a estas alturas de la historia, debemos procurar la profundización del humanismo como una propuesta que en mucho remediará nuestras existencias, de por sí, ya muy atribuladas y complejizadas sin mucha razón.
*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.
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