Cartas desde la locura
Cartas desde la locura

El Van Gogh del pop

Phil Spector. Foto: Especial.

“Nos encerró en el estudio de grabación, encendió la alarma de incendios, y dijo: ¡así es como yo produzco!”: Kim Fowley.

Ramón Martínez de Velasco

@ramavelm

I

Esta es la historia de un animal de galaxia, que tiene que ver con el curso de la Vía Láctea.

Protagonizada por el locuaz Phil Spector. Creador del llamado ‘Muro de Sonido’ en la consola de grabación, duplicando y triplicando voces e instrumentos de todo tipo, comenzando con ‘Be my baby’ (“refugio natural de los marginados”), y de ahí hasta fusionar a grupos de rock con orquestas de más de 40 músicos, todos amontonados.

“El Van Gogh de la cultura pop” catapultó a la fama discos y canciones que no han caducado en medio siglo.

Medio siglo de la mano de una mente desequilibrada y maniática. De un productor de pelos alocados que renunció a convertirse en una persona normal.

Del único neoyorkino que sacó de quicio a Paul McCartney por sus arreglos al rolón ‘Long and Winding Road’, en plena bronca y separación de los Beatles.

II

Aquel niño que creció enfermizo, raquítico, con poco pelo y la piel llena de granos, protagonizó leyendas negras inimaginables como liarse a tiros en el estudio de grabación, o convertir la vida de su mujer de color, Ronnie, en un auténtico infierno de maltrato y control obsesivo. “No he estado bien. Tengo demonios dentro que luchan por salir”.

Con apenas 13 años de edad se mudó de Nueva York a Los Ángeles.

A los 21 ya compone, arregla y toca todos los instrumentos (salvo la batería).

A los 23 es ya productor independiente, vende dos millones de discos y es millonario.

Son los años sesenta y muchos grupos se abren paso a codazos.

Son los años sesenta y muchos grupos buscan al cotizado Spector.

Y ya en sus manos, caen en la cuenta que el tipo es tiránico, obsesivo, torturador, desconcertante, devoto de las armas de fuego y de la ‘ruleta rusa’, psicópata, sádico, megalómano, sociópata, excéntrico, misógino, casado tres veces y divorciado otras tantas.

Pero también paradigma del productor discográfico, imitado, idolatrado, triunfador neurótico del Bronx donde su papá se suicidó en 1949, y “primer magnate adolescente” (pues supo que en el negocio musical el dinero estaba en conservar todos los derechos editoriales y fonográficos de las grabaciones).

Perseguido por dramas de amor y desamor con el pillo Allen Klein, Mick Jagger, McCartney, Harrison, Lennon (con quien perdió la brújula en 1975) y tantísimos más (excepto con Bob Dylan, a quien no pudo chantajear ni escamotear).

Leyenda, al fin, se le perdonaba todo.

III

Como en su época dorada, apenas trabajaba. Y hasta fue perdiendo el pulso del mercado. No necesitaba dinero. Conservaba los derechos editoriales y discográficos de canciones inmortales.

No obstante y a sabiendas de su comportamiento extravagante, hubo quienes se arriesgaron a grabar álbumes completos con Spector. Y salieron escaldados.

El escarmiento incluía despotismo, cruzadones de alcohol con cocaína, y discusiones que el ilustre productor resolvía exhibiendo armas de fuego.

Luego de algunas horas de terror, reconocía estar “relativamente loco” pero también que intentaba ser “un hombre razonable”.

IV

Una noche de febrero del 2003 se llevó a la camarera Lana Clarkson a su tenebrosa mansión de Los Ángeles.

La fracasada actriz no salió viva de allí y Phil Spector fue condenado a un mínimo de 19 años en prisión y un máximo de cadena perpetua.

Tampoco salió vivo de allí.

Falleció hace dos semanas por complicaciones de la covid-19.

Tenía 81 años.

Epílogo

“Entre los impactos sociales del coronavirus está el desmantelamiento del culto a la celebridad”, ha escrito la periodista Amanda Hess.

No fue el caso, al parecer, de Phil Spector. El “Greta Garbo del pop”.