Desde nuestra América
Desde nuestra América

¿Dónde quedó la democracia?

Foto: Especial.

Oscar Wingartz Plata*

Lo sucedido tiene muchas lecturas, pero hay un guion que ordena y facilita el desaguisado del miércoles pasado: la increíble irresponsabilidad y tolerancia con la que un numeroso grupo de legisladores republicanos han sido capaces, a lo largo de cuatro años, de apuntalar, e incluso propiciar las ocurrencias de un señor que confunde la investidura presidencial con la de un rey soberano. A quererlo o no, ellos fueron parte de la trágico-comedia cuyo epílogo fue el asalto a su propia. Consintieron a Donald Trump, cuya biografía es tan sinuosa, llena de agujeros y carente de proyecto ideológico alguien que cuando no puede hacer cumplir su voluntad, enloquece y llama a la sedición para hacerla cumplir… Arturo Balderas Rodríguez.

El pasado miércoles 6 de enero, presenciamos un acontecimiento “sui generis” en la vida contemporánea de Estados Unidos, el asalto al Capitolio, sede del poder legislativo de ese país, por una turba leal al todavía presidente Trump. Un evento que tiene una serie de consideraciones y reflexiones por delante. La noticia en sí misma muestra ángulos en extremo controvertidos, y como dice el epígrafe propuesto, muchas lecturas. Antes de entrar en ellas, es pertinente contextualizar los hechos. Todo esto surge como respuesta por parte del presidente norteamericano ante su cerrazón y rechazo de los comicios electorales celebrados en noviembre pasado, donde era de esperar, iba a perder. Pensaba que tenía en la bolsa la reelección, en consecuencia, otros cuatro años más como inquilino de la Casa Blanca. Los eventos se precipitaron de otra forma, con ellos su derrota.

Su alegato central, nunca demostrado, ni respaldado con documento alguno, era que hubo fraude, y que las elecciones estaban amañadas. Según su parecer, había una conspiración de todo tipo, encabezada por los dirigentes del partido demócrata, que  en sus filas está la síntesis de lo que él aborrece y desteta, como comunistas, negros, latinos, así como un conjunto de personajes de muy diversa y disímbola procedencia. Es decir, para él, todo aquello que no esté dentro de su visión del mundo, debe ser perseguido o atacado. Estando así las cosas, fue escalando su rechazo a los resultados electorales, lo que dio píe a la generación de una inconformidad que estaba incubada en determinados sectores sociales de aquel país, sobre todo, en los llamados supremacistas blancos, conservadores y xenófobos, sectores con los que Donald Trump comulga, y para algunos analistas, son su base social. Con estos elementos podemos ver que fue creando una atmósfera densa y proclive a una serie de acciones de desestabilización.

El punto de la discusión es ¿por qué siendo Estados Unidos una nación tan democrática se pudieron ver esos sucesos? Al respecto se debe decir que, la democracia es un conjunto de ideas y prácticas socio-políticas sujeta a vaivenes muy agudos y complejos. Esto es, no se puede predicar la democracia con una contundencia apodíctica. Si fuera de esa manera, el sólo hecho de invocarla, todos estarían de acuerdo y se replegarían ante ella. Por otro lado, está un elemento en extremo abigarrado y de no sencilla enunciación, ¿qué país del mundo se puede considera plenamente democrático? Puesto, así en mayúsculas.

La democracia, a pesar de que tiene en el horizonte histórico, siglos, no es sinónimo de buen vivir, ni de convivencia armónica, porque adolece de un problema severo ¿quién son los grupos, clases y agentes que la pregonan? Además, hay que tomar en cuenta que, no hay una sola concepción o idea de democracia. Esto hace más complejo este asunto.

En el caso que se está exponiendo, podemos ver que la democracia norteamericana por lo acontecido es muy frágil y susceptible de tambalearse de manera abrupta. No fue necesario formar una agrupación política de amplio espectro, con programa, ni ideología explícita, simplemente, el presidente llamó a esos sectores sociales a manifestarse y tomar el congreso; y lo demás se fue desencadenado sin que las fuerzas del orden intervinieran en el asalto a sus instalaciones. La toma del edificio, se disolvió, así como llegaron. Para los medios de comunicación, los políticos, los ciudadanos de a píe fue un acto escandaloso y profanador de las instituciones. Aquí podemos hacernos la siguiente pregunta, ¿realmente fue acto sacrílego y profanador como incluso lo dijo la diputada Nancy Pelosi líder demócrata en la Cámara de Representantes?

Aquí cabría decir que no hay que extremar los términos de lo acontecido. Los actos, los hechos, los procederes son la síntesis de determinadas acciones, y en este caso así fue. Se fue prohijando y consintiendo una serie de prácticas, dichos y desplantes por parte del actual presidente Trump, ahí se tienen los resultados, por tanto, no debería de asombrarnos lo que sucedido. También, debemos tener presente que, la antidemocracia “campea por sus fueros”, no es privativo de unos países en relación con otros. Un hecho relevante es la situación que vive actualmente Estados Unidos, una enorme confrontación social, que ha sido avivada por la forma en que se ha concebido el uso de poder, que han incitado y promovido las movilizaciones de todo tipo, en favor o en contra de la actual administración federal, esto se ha constituido en “el caldo de cultivo” de la inestabilidad política en el país del norte.

Aquí cabría una idea más, que se fue expuesta por diversos personajes políticos norteamericanos, al decir que Estados Unidos “ya parecía una República Bananera”, esta afirmación evidentemente no les cayó nada bien, entre otros aspectos, porque es así como se referían y se refieren a todos los países que están al sur de su frontera, la América Latina en su conjunto. Estas comparaciones no deberían ser vistas como estridentes, sino el fiel reflejo de una realidad que se está asimilando, cuando los gobiernos, los políticos y sus agentes tienen un proceder errático, confuso o desproporcionado.

* Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Docente-investigador en la Facultad de Filosofía de la UAQ.