Desde nuestra América
Desde nuestra América

Nuestras sociedades ante el COVID-19

Imagen: Especial.

Oscar Wingartz Plata*

En Corea del Sur, las autoridades crearon una aplicación para smartphones pensada para tener un mayor control sobre la expansión del coronavirus mediante el seguimiento digital de los ciudadanos en zonas de contagio o que padecen la enfermedad […] Cuando los ciudadanos reciben la orden de confinamientos de su centro médico local, se les prohíbe legalmente abandonar su zona de cuarentena… Ignacio Ramonet.

Es de evidencia que la población en su conjunto esté hablando, comentando, preguntando sobre la pandemia que está asolando al mundo en su conjunto. También es de evidencia que muchos se pregunten ¿qué va a pasar después de que pase? y ¿cuáles van a ser sus efectos en los respectivos países? Este asunto es una de las cuestiones que debemos retomar con absoluta pertinencia y necesidad. Entre otras razones, por las características que ha tenido esta enfermedad a nivel planetario. Como ya se había comentado, es la primera vez en la historia de la humanidad que se da un fenómeno de esta naturaleza, es decir, que se constituya en una contingencia planetaria y globalizada. Epidemias ha habido en la historia humana, pero ninguna con este alcance y proporciones. Así, pues, se imponen una serie de reflexiones y consideraciones sobre el tiempo que estamos viviendo, y sugerir algunas más para un tiempo mediato.

Hace unos días apareció en el diario La Jornada, un ensayo extenso del periodista y escritor Ignacio Ramonet[1]. Donde plantea una visión global de esta pandemia, y cómo ha afectado al planeta. Es un trabajo digno de ser leído y reflexionado, entre otros asuntos, porque hace una exposición detalla de una serie de elementos y aspectos que son el trasfondo de este fenómeno, y para muchos han sido poco visualizados. Algunos de ellos son: el posible origen de la pandemia, su propagación, el impacto que ha tenido en sociedades altamente desarrolladas, las estrategias que se han seguido para su mitigación, el uso de la tecnología para el control de la misma, los costos que ha tenido en esas sociedades; y algo relevante, el costo que a mediano plazo puede tener en las relaciones sociales y en la privacidad de las personas. Por ello, el epígrafe que hemos propuesto es una clara muestra. Menciona que en Asia, China, Corea del Sur, Japón, Singapur la estrategia de contención y control avanzó sobre la estricta fiscalización de las personas, es decir, “el seguimiento puntualmente” de la población, y con el ello, el desarrollo exponencial de la digitalización, vía los teléfonos celulares y demás dispositivos móviles. Ésta es otra de “las modalidades” que ha traído consigo esta contingencia. El teléfono celular como aliado del Estado.

Esto puede parecer de “ciencia ficción”, pero ya está presente, con ello se va configurando un espectro de realidades, donde la población en su conjunto está sujeta a ellas: la invasión intrusiva de la privacidad. ¿Qué se quiere decir con “invasión intrusiva”? El hecho objetivo que no se tiene privacidad, no se tiene un margen de internamiento personal, “no se tiene espacio de soledad”, no hay forma de aislarse del “ojo digital”, con ello, todas y cada una de las actividades, las acciones son vistas, seguidas y sancionadas. Es una de las realidades que ha traído consigo esta contingencia.

Así, pues, vienen una serie de preguntas sumamente pertinentes, ¿cuántos de nosotros estamos dispuestos a entrar en un régimen de ese tipo?, ¿estaríamos de acuerdo en ser supervisados por el “big brother” todo el tiempo?, ¿esa es una forma avanzada de sociabilidad?, ¿dónde quedamos como sujetos con nuestra intimidad? Son una serie de preguntas que implican una reflexión seria y crítica de cara a un tiempo inmediato. No hay necesidad de esperar mucho.

Por otra parte, hay una reflexión que quiero poner a consideración de todos ustedes, nuestros amables lectores, está en estricta correspondencia con lo que venimos mostrando, es la siguiente: cuando inició el aislamiento, el confinamiento, la cuarentena; el gobierno federal pidió al conjunto de la población “quedarse en casa”, es decir, todas las actividades que implicaran masividad fueron canceladas, la escuela, las reuniones, las actividades no prioritarias o estratégicas. En fin, todo aquello que implicara reunir a más de diez personas en un espacio. En este sentido, la autoridad educativa apuró y urgió a los docentes a dar “clases en línea”, como si fuéramos un país de primer mundo, ¿qué sucedió?, que las clases en línea mostraron una realidad por demás evidente: la enorme desigualdad social, económica y estructural en que viven millones de mexicanos; en consecuencia, el acceso a estas tecnologías, el mismo Presidente López Obrador lo comentó en una de sus conferencias matutinas que sólo el 20% de la población tiene acceso a internet de buena calidad. ¿Entonces?

En este orden de cosas, viene un planteamiento muy claro y contundente, si asumimos como un hecho que la vida va a “ser virtual”, ¿para qué queremos educación presencial? ¿Para qué queremos escuelas, edificios, espacios físicos?, ¿para qué gastar en un aparato tan grande y complejo como son las universidades, si pueden ser virtuales? Este asunto se muestra de esta forma, porque pareciera como si la cibernética se nos mostrara como “una auténtica revelación”, donde todo se va a resolver, las relaciones humanas, nuestras contradicciones sociales, “la superación de nuestra indigencia”, hasta los problemas más personales. Es decir, estamos partiendo de un supuesto, insisto, de un supuesto falso, que el mundo virtual va a arreglar nuestras existencias en el plazo inmediato.

Se tiene la impresión de que ya estamos viviendo algo así como “un mundo de guerra de las galaxias” donde todo ya está digitalizado, virtualizado, las relaciones, los seres humanos, la intimidad, los valores, las emociones, la vida misma. Si es así, ¿cómo vamos a configurar nuestras existencias? Asunto complejo, arduo, escabroso, porque, objetivamente, todavía como país no llegamos a ese punto. Considero que en este sentido nos estamos equivocando rotundamente. Ustedes analicen y reflexionen sobre estas ideas que se han planteado.

* Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Docente-investigador en la Facultad de Filosofía de la UAQ.

[1] Ignacio Ramonet, “La pandemia y el sistema mundo”, en La Jornada, México, 25/IV/2020.