Desde nuestra América
Desde nuestra América

¿Vidas virtuales?

Imagen: Especial.

Oscar Wingartz Plata*

En esta versión digital del capitalismo, otro de los cambios que llegan para quedarse es el “teletrabajo” o trabajo en casa. Una vuelta de tuerca a la sobreexplotación. […] En cuanto a la educación, sólo en las universidades se baraja la idea de articular clases en las aulas con lecciones virtuales. Las lecciones presenciales irán perdiendo peso, hasta desdibujar el sentido que las vio nacer, forjar ciudadanía y aprender el valor de la crítica colectiva. La universidad se reducirá a expedir títulos donde el aprendizaje muta en autodidactismo. Marcos Roitman.

Proponemos estas reflexiones por una cuestión que parece todo mundo ya la dio como un hecho, el “regreso a la normalidad”. Desde hace unas semanas se estaba mencionando desde el gobierno federal, la posibilidad de ir abriendo mayores espacios, para reactivar paulatinamente la economía y otras esferas de la llamada cotidianeidad. El asunto es, si efectivamente, podemos comenzar a desarrollar esas actividades sin riesgos innecesarios; con una puntualización pertinente: ¿cómo vamos a entender o qué estamos entendiendo con el llamado regreso a la “nueva normalidad”?

Sin decirlo explícitamente, hay sectores de la sociedad que están pidiendo ese regreso lo antes posible, porque se les ha hecho eterno confinamiento. Hay razones válidas para solicitar esa apertura de actividades, pero ello implica una serie de requerimientos no sólo de orden sanitario, médico, preventivo; éste regreso implica mucho más que eso. Si lo viéramos de esa estricta óptica, sería extremadamente instrumental, muy corta, cerrada. En este orden, tuve la oportunidad de leer un trabajo que apunta en esta dirección, plantea una serie de reflexiones de gran relevancia sobre las implicaciones que puede tener ese regreso, y que en algunos casos, ya se está viendo. El artículo en cuestión es del Maestro Marcos Roitman titulado brillantemente: La Post-pandemia y el capitalismo que viene. Debemos decir que los planteamientos que nos hace son bocanadas de aire puro en un ambiente denso, enrarecido, confuso e incierto. Hago estas referencias, porque, parece que se desea ese retorno a la normalidad sin haberlo pensando con la suficiente pertinencia, y más, cuando el panorama no se aclara del todo. Podemos abonar a este sentido, recordando como en la capital china, Pekín, han comenzado a resentir los brotes de la pandemia.

Decía que este trabajo nos pone en alerta en esta etapa de reapertura o reinicio de nuestras actividades cotidianas, una normalidad que va tomando perfiles complejos y desconcertantes. Una de estas, es la manera en que se han ido reconfigurando nuestras sociedades en estos meses a nivel global. El aislamiento, el confinamiento, “la sana distancia”, las restricciones de diverso cuño han hecho mella en la dinámica socio-económica de forma contundente. Unas de esas reconfiguraciones ha sido que todo va teniendo un rasgo “virtual”, inasible, a distancia. Esto significa, una carencia absoluta de interacción vital, concreta, relacional. Todo está teniendo una expresión, “estamos, pero, realmente, no estamos”. Nuestras vidas se están sintetizando en casa, ante las máquinas –si es que tenemos máquinas– que organizan nuestra existencia, todo lo que ello implica. Jornadas extenuantes ante una pantalla, que no tiene la fluidez, ni la interactividad, ni la agilidad de la presencialidad  Como dice el autor que hemos citado, “una vuelta más de tuerca” a lo que su momento se llamó: la sobreexplotación de la fuerza de trabajo. Entre otras cosas, el alargamiento de la jornada laboral, hasta límites extenuantes con variaciones y modulaciones, dependiendo de la actividad, así, como sus especificaciones. Esta “modalidad” va adquiriendo “mayor aceptación” en esta etapa del desarrollo del modo de producción capitalista.

Otra expresión de esta etapa, ha sido precisamente, el uso extendido, intensivo y sobreexplotado de las máquinas. Esto significa enfocar nuestras vidas desde las llamadas “plataformas virtuales”, desde ahí nuestras existencias se van definiendo en un rejuego de formas y contendidos, donde lo central es “un interactuar”, a través  de una pantalla y una máquina que nos dice qué, cómo, dónde y cuándo con nuestras vidas en su totalidad. Para mucha gente esto no puede significar gran caso, pero si nos detenemos un poco, veremos que el asunto va tomando tonos realmente complejos. En este sentido, vamos a retomar una pequeño fragmento del trabajo ya citado donde dice: “”El capitalismo busca su reacomodo. Hacer frente a los problemas de organización, costos de explotación y reajustar la función del gobierno en la gestión privada de lo público. Igualmente debe pensar en una nueva división internacional de los mercados, la producción y el consumo. La digitalización, el big-data, la robotización y las tecnociencias se subsumen para responder a las lógicas del capital”. Ésta es una de líneas maestras en estas consideraciones, el peso específico que tiene el orden capitalista a escala global. En definitiva, deseamos, la reivindicación plena de nuestro más profundo humanismo.

Como podrán observar, el asunto no es tan sencillo, ni tan halagüeño como para afirmar que todo va por buen camino. Entre otras cosas, porque, estamos ante un escenario nada deseable. Si efectivamente, estamos pensando en nuestra condición como seres humanos. Si el asunto está en estos tonos, no estaría fuera de lugar decir que, se está cumpliendo uno de los “sueños dorados” del capitalismo en su historia reciente: “la desocialización” absoluta de las comunidades, los grupos humanos, las sociedades. Con el fin explícito de mediatizar y neutralizar sus acciones, sus exigencias, sus reclamos, sus anhelos, sus aspiraciones, en definitiva, sus vidas. Tener una sociedad totalmente inerte, virtualizada, congelada. El panorama a mediano plazo se visualiza muy complejo.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Docente-investigador en la Facultad de Filosofía de la UAQ.