Desde nuestra América
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¿Una crónica “de la vida cotidiana”?

En la jornada de vacunación contra la Covid-19, en el Eco Centro Expositor de Querétaro. Foto: Ramón Martínez de Velasco.

Oscar Wingartz Plata*

El humanismo martiano, como todo humanismo según García Galló debe fundarse en propiciar “la dignidad de la persona humana, la preocupación por su desarrollo armónico, y la lucha por crear condiciones favorables al logro de tales fines”, tenía su eje central, a nuestro juicio, en el culto “a la dignidad plena del hombre”. No fue otra cosa la que reclamó para el indio, el negro, el campesino, el latino, discriminados en su propia tierra y mucho más por los vecinos del norte. Pablo Guadarrama.

Estimados lectores, quiero compartir con todos ustedes una vivencia a propósito de la vacunación impulsada por el gobierno federal en el contexto de la pandemia que estamos viviendo. Ante todo, son reflexiones sobre un asunto que desde mi punto de vista deben ser analizados, revisados y corregidos por el gobierno estatal. Reitero, por el gobierno estatal, porque es el encargado de realizar dicha labor en colaboración con la Secretaría del Bienestar en nuestro ámbito local.

El asunto de marras se suscitó a partir de la convocatoria emitida por dicha secretaría para impulsar la vacunación en el Municipio de Querétaro, el llamado en esta fase se hizo por delegaciones, iniciando por la Epigmenio González, Villa Cayetano Rubio y Santa Rosa Jáuregui, el pasado 6 de abril. Viviendo en la delegación Epigmenio González nos convocaron para ser inmunizados en el Eco Centro Expositor allá por la salida a México. Se pidió que atendiéramos la hora y la primera letra de nuestro apellido paterno, en un horario de 8:00 a.m. a 16:00 p.m. Ante tales requerimientos, se fue complejizando la cuestión por el desbordamiento y la asistencia masiva por parte de la población convocada.

A todo esto, hay que sumarle el lugar, totalmente inapropiado para tales fines, es decir, lejos, con una accesibilidad intrincada, a su vez, tenía un aspecto deprimente, daba la sensación de abandono, sin espacios efectivos para guarecerse del sol que caía a plomo a las 3:45 p.m., hora en que se me convocó para ser vacunado. Una cuestión que saltaba a la vista era, la impertinencia de tener a los adultos mayores con alguna discapacidad o con edad avanzada a pleno rayo de sol, en medio de unas tolvaneras intensas, haciendo una fila pavorosa. Esto que se está exponiendo no son exageraciones, era el panorama que prevaleció en ese lugar. Mucha gente se quejó por esa situación, además, no había absolutamente nadie que diera indicaciones claras sobre el procedimiento a seguir. “La única indicación” era seguir esa inmensa fila a pleno sol, con la tierra encima, y esperando que avanzara.

Otro asunto a resaltar es que, no había la tan exigida “sana distancia”, en tales condiciones, la gente lo que quería era salir de ese trance lo más pronto posible. Una pregunta que se puede hacer en sano juicio, ¿esas son condiciones salubres para una vacunación masiva? En medio del sol, la tolvanera, aglomerados, mucha gente sudando por efecto de la temperatura, en un local que sirve para otros fines, y no precisamente para ser vacunados. Como todo, la gente tiene que “apechugar”, aceptar estoicamente lo que el gobierno estatal decida.

Aquí vendrían algunas consideraciones sobre lo acaecido. ¿A quién se le ocurrió hacerlo de esa manera? Es decir, se escogieron dos centros de vacunación, en el norte y en el sur de la ciudad, en condiciones realmente precarias. Donde mucha de la gente, no respetó la hora de su convocatoria, eso también fue generando la masividad y el desorden que se vio. ¿No se podían diversificar más los centros de vacunación para evitar esas aglomeraciones? Con ello, apoyar consecuentemente a la gente que tenía mayor precariedad para acercarse a estos centros. Acaso, tenemos que afirmar, una vez más, ¿qué somos terribles para organizarnos? O tenemos que plantear una hipótesis que vaya en estos términos ¿a quiénes le benefician estos desordenes? Siendo un problema social y sanitario, que debería ser atacado de manera conjunta por todas las instancias para tener mayores resultados, y no prolongar innecesariamente esta contingencia.

Por otra parte, está un hecho que no es de hoy, ha sido una constante entre nosotros, ¿qué consideración y respeto le merecemos a la autoridad? ¿Por qué abro esta pregunta? Lo hago retomando el epígrafe propuesto. Debe haber mayor diálogo con la ciudadanía en su conjunto, es decir, lo sucedido el día 6 abril muestra que la autoridad sigue en la lógica del solipsismo, se oye y se escucha así misma. Su interlocutor central, es ella misma. Este es uno de los muchos cuestionamientos que se deben trabajar, si efectivamente, quiere la autoridad tener esa interlocución que tanto pregona, pero no realiza.

También debemos decir que, anteponer, cuestiones de estricto orden político sobre los sociales no es una buena receta. Esto se afirmar, retomando la hipótesis de ¿a quién le puede beneficiar que las cosas salgan mal o medio hechas? Son de esas realidades que las vamos viviendo reiteradamente, y que siempre han dejado saldos magros y contraproducentes, esto es, la lógica del poder, no forzosamente es la lógica de los ciudadanos. Esto es así, porque, los intereses del poder se mueven en otra esfera que en muchas ocasiones no es coincidente con los intereses populares, caso concreto, esta crónica que se ha propuesto.

Terminaríamos estas reflexiones diciendo que, debe haber una acercamiento real, concreto, visible hacia la ciudadanía, no simularlo; y menos en estos tiempos de pandemia y de elecciones. Son muchos los problemas a resolver, no se van a solucionar agudizándolos o imponiendo lógicas que sólo al poder le interesan. Precisamente, esta contingencia, si ha tenido una virtud, ha sido sacar a flote una serie de realidades complejas y agudas que han puesto sobre la mesa su absolutamente necesidad de ser resueltas, de manera consecuente y pertinente por el bien de todos. Sin distingos ni simulaciones.

* Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Docente-investigador en la Facultad de Filosofía de la UAQ.

One Response

  1. Así es. Mi cita fue a las 12.00, letra M. Pues ni cita ni M. Lo que hace la delegación Epigmenio es un crimen. No es raro. El delegado Oscoy es un miserable vividor. (No vaya a ser que Kuri lo recicle, aunque lo más seguro es que sí). Al rato van a presumir que inyectaron a todo su querido pueblo, cuando la realidad es que lo echaron al matadero. Quiero ver a Kuri aparecer en ése enorme foco de infección masiva. Antier, llegaron al matadero 10,000 víctimas.

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