Oscar Wingartz Plata*
Ir hacia la vida consiste en la búsqueda de una sociedad más justa donde exista la libertad y la educación porque con “los principales agentes de la fuerza moral: la educación y el bienestar”, el individuo tendrá la posibilidad de llegar a ser más humano, pues. A. Xóchitl López Molina.
El pasado domingo 15 de septiembre del año en curso el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León, quien gobernó de 1994 a 2000, a su vez fuera el último presidente del priismo en sus años “de gloria”, después vino “la transición” con Vicente Fox, dictó la conferencia inaugural ante la Asociación Internacional de Abogados (IBA, por sus siglas en inglés). Este evento no tendría mayor trascendencia, si no fuera por los dichos y afirmaciones emitidas por el expresidente, al criticar la reforma al Poder Judicial de la Federación (PJF), que tomó carácter de ley, al ser aprobada en las cámaras de diputados y senadores y en los congresos de los estados con una mayoría abrumadora.
Se decía que no tendrá mayor impacto, si no hubiera dicho lo que dijo, aquí es donde uno se pregunta, ¿realmente estos personajes guardan todavía cierta sindéresis, un mínimo de cordura y una actitud crítica ante sí mismos y ante sus dichos y hechos? Es impresionante escuchar lo que dicen, con total liviandad y frescura que, es ahí donde se hace la pregunta, ¿no tienen un mínimo de noción histórica y honestidad personal y social? Esto se reitera si uno hace un repaso mínimo de su actuación por la presidencia de la República.
Ernesto Zedillo llegó a la presidencia de “rebote”, después del magnicidio perpetrado contra la persona de Luis Donaldo Colosio, arteramente asesinado en Lomas Taurinas en Tijuana, Baja California, el 23 de marzo de 1994. Ante este hecho se abrió la posibilidad de llegar a la máxima magistratura, lo cual no significó mayor problema, entre otras cuestiones, porque se puso en marcha la maquinaria electoral del priismo, donde el resto de los partidos poco podían hacer. Todo estaba fríamente calculado. Otro evento, realmente espeluznante fue el cambio de gobierno, con el llamado “error de diciembre”, eufemísticamente mencionado así, para no decirlo con sus palabras exactas y crudas, el derrumbe estrepitoso de la economía mexicana al final de un sexenio de pesadilla, encabezado por Carlos Salinas de Gortari, que la sorna popular decía que, no se llevó el Palacio Nacional, porque no cabía en el avión. Una crisis que hundió a México en la noche oscura del post salinismo, donde muchas de sus derivaciones las seguimos padeciendo, caso concreto y evidente, la maniobra que hicieron los potentados y el gobierno en turno con Zedillo a la cabeza, este fue, el famoso y abusivo FOBAPROA. Donde se convirtió en deuda pública las deudas de privados. Maniobra perfecta.
Hay en el haber de Zedillo una lista extensa de actos y dichos que le dejan muy poco margen de maniobra, por ello se afirma la carencia o la falta de cordura y sentido común por parte del expresidente. Aquí podemos hacer una serie de cuestionamientos que son el tono más de evidente del despropósito emitido por Zedillo, ¿acaso no se acuerda qué era su partido en esos años? Era una auténtica aplanadora, ahora pretende hablar de sobrerrepresentaciones. Esta totalmente equivocado, en consecuencia, ¿cómo puede hablar de democracia? En este tenor afirmó que: “Es una atrocidad que enterrará la democracia, y lo que queda de su frágil estado de derecho” (la reforma al PJF). ¿De qué está hablando este sujeto? Una pregunta “ingenua”: ¿quién era su predecesor? Otro sujeto impresionantemente autoritario, prepotente, que gobernó con mano de hierro el país, remember el alzamiento zapatista, el 1° de septiembre de 1994. O recordar la manera como trató a la oposición, en particular al PRD, al endilgarles una frase legendaria: “Ni los veo ni los oigo”. Ante esos dichos, uno se puede dar una idea clara del sujeto en turno.
En todo esto hay una serie de consideraciones, no sólo pertinentes, sino necesarias, para dejar en claro que no se “puede hablar por la libre”, y que además se la crean sin mayor recato ni honestidad. Otras de las afirmaciones de Zedillo fueron en esta dirección: “Su intención es simplemente arrasar con el PJF como entidad independiente y profesional y transformarlo en un servidor de quienes detentan y concentran el poder político”. Esta afirmación rebasa los límites de lo mínimamente cuerdo se pone una palabra que la agrandamos: “súper sic.” Una vez más, ¿de qué está hablando? Él mismo a 5 días de haber asumido la presidencia, comenzó con el desmantelamiento del PJF en su tiempo, al enviar a retiro a los magistrados que había, con ello compuso una corte a modo. Entonces, ¿cuál independencia? ¿cuál profesionalismo? ¿Entonces a quién servía ese poder en su sexenio?
No hay que olvidar un asunto en su periodo, los magistrados eran puestos en el cargo por el presidente, a diferencia de la actual reforma, que intenta sean democráticamente electos. Hay toda una serie de afirmaciones que deben ser analizadas con actitud pondera, crítica y sensata. Se pueden decir muchas cosas más entorno a lo afirmado por el expresidente y remató diciendo que: “Todos los principios esenciales del estado de derecho podrán ser pisoteados”. Una vez más “súper sic”. Moderación, juicio, sensatez. ¿Acaso no se acuerda lo que sucedió en Acteal? ¿cuáles principios esenciales del estado de derecho? Más bien, habría que decir junto con el presidente López Obrador, que todo ese periodo de la historia de México, fue un estado de chueco.
No se pretende recargar las tintas donde no debe ser, ni exagerar la nota, pero es de evidencia, la actitud facciosa, sesgada, interesada y manipuladora de Zedillo al hacer esas afirmaciones sobre un tema extremadamente complejo y controvertido como lo ha sido la reforma al poder judicial de la federación. En este orden, se debe decir que esta reforma era necesaria y urgente, entre otras razones, por la manera en que se venía procurando justicia en todos los niveles y ámbitos. Uno de los problemas de fondo era: ¿a quién realmente servía el poder judicial? Por un asunto que es delicado, al ser uno de los poderes fundamentales del Estado mexicano que, tiene en sus manos unos de los quehaceres más complejos, procurar justicia, pronta, expedita, clara y recta. No hay que dejarse envolver por una narrativa que lo único que ha hecho, es desviar el núcleo de la discusión y pretender engañar a la población.
*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.
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