
Oscar Wingartz Plata*
El “prójimo” es el que está en la “proximidad”, “cara a cara”, tirado fuera del camino. El que “sabe” establecer esa “proximidad” del “cara a cara” ante el otro, que tirado en la exterioridad es el que establece la relación de proximidad, es el que “se hace prójimo”, próximo. Pero para poder descubrir al tirado fuera del camino, del sistema, de la “sabiduría del mundo” (del sacerdote y de un levita de clase sacerdotal) debía poseerse la capacidad racional crítica (“la locura del mundo”, “sabiduría de Dios”) y posición afectiva, pulsional, del sentimiento del “que tuvo éleos de él” (Lc. 10, 37). “Éleos” significa “compasión”, “piedad”, conmoverse por alguien. Es una pasión, un sentimiento, un modo del amar de simpatía, un ponerse en el lugar del otro, sufrir su sufrimiento. Enrique Dussel.
El pasado lunes 21 de abril en la madrugada de Roma falleció el Papa Francisco. Él estuvo al frente de la Iglesia católica durante 12 años. Un pontificado de “cierta” longevidad, lo que le dio oportunidad para ir proponiendo una serie de cambios y transformaciones al interior de la Curia Vaticana, así como adelantar algunas inquietudes sobre el quehacer de la Iglesia en tiempos tan convulsos. Asunto complejo, en determinados momentos, muy agudo, por la fuerte oposición que tuvo para implementar esos cambios. En estas líneas, se desea proponer una reflexión sobre el contenido que tuvo, no sólo el hecho de ser elegido como el primer pontífice latinoamericano, venido de un contexto particular de nuestro continente, la Argentina, con todas las penurias y contradicciones. En concordancia con lo anterior, también se desea plantear una idea sobre el significado que tuvo, el no ser europeo. Esto si lo analizamos con más detalle, efectivamente, tuvo gran relevancia. Sobre todo, si tomamos en cuenta que, la elección de un papa había estado fuertemente centralizada por los cardenales europeos.
En este orden, es necesario ubicar algunos elementos para tener una comprensión más clara de lo que se desea plantear. El Papa, como cualquier personaje de ese nivel estuvo enfrentando a una serie de situaciones que lo pusieron a prueba en una doble dimensión: humana y pastoral. Su propio trayecto de vida, no lo llevaron de inmediato a aceptar la vida consagrada, pasó un tiempo, hasta tener claro qué quería y qué iba significaba asumir el sacerdocio. Tomar esa decisión implica sacrificios y quehaceres que comprometen radicalmente, el llevar un ministerio limpio, recto. Si no se hace con plena conciencia, mejor dedicarse a otra cosa, para no estar dando malos testimonios y comprometiendo una labor que es en esencia: humana y trascendente. Consideramos que este punto, en muchos no ha calado como debiera ser, el ministerio sacerdotal es duro e intransigente en el sentido, que pide todo, por los quehaceres que implica.
Con este elemento en mente, el Papa desde su natal Argentina se vio enfrentado a las vicisitudes de su tiempo, caso concreto, con la dictadura militar (1976-1983), que significó una etapa áspera y desgarradora por la cantidad ingente de atrocidades que perpetraron los militares. Ese evento le valió reproches y recriminaciones por algunos sectores de la sociedad argentina, por considerar que colaboró con los militares. Esto fehacientemente no ha sido corroborada. Otro dato relevante, fue el hecho de que nunca realizó una visita pastoral a su país, algunos analistas lo atribuyen a la confrontación velada que tenía con los diversos gobernantes y la clase política argentina. No debemos olvidar como Javier Milei en su campaña electoral, insultó y agredió al Papa al decir que promovía el comunismo desde su puesto, e incluso, lo llamó imbécil.
Estando así el contexto, una cuestión que significó un acontecimiento fue cuando lo eligieron Papa. Para propios y extraños fue una sorpresa, que un cardenal venido como dice el epígrafe de esta entrega, viniera de “la exterioridad”, del mundo “subordinado”, o como se decía hace algunas décadas, del “Tercer Mundo”. Este asunto, puede parecer poco relevante, pero si lo vemos en perspectiva histórica, nunca había sucedido algo así, con un matiz pertinente los papas habían estado circunscritos al continente europeo. Esto implicaría hacer una lectura en diverso rubro y dirección. Una de esas lecturas es como se había concentrado fuertemente la vida y la visión de la Iglesia en esa parte del mundo. Aunque hubo dos eminentes papas en el Siglo XX, Juan XXIII y Pablo VI, el primero al convocar al Concilio Vaticano II (1964), el segundo al intentar ver más allá de Europa; por cierto, fue el primer Papa en venir a América Latina, en particular a Colombia (1968), a presidir la reunión de la CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana).
Los cambios y posibles transformaciones que impulsó el Papa Francisco se verán plenamente reflejados a mediano plazo, porque, una cuestión es emitir documentos, encíclicas o constituciones apostólicas; y otra muy distinta, que la Iglesia en su totalidad los asuma y los lleve a la práctica. Como ya se había mencionado, tuvo fuertes oposiciones para llevar adelante algunos cambios, un ejemplo, el episcopado alemán, se opuso a algunas de sus reformas. Es innegable que intentó y buscó un acercamiento con diversos grupos y expresiones sociales, tratando de llevar la misión, la vida y la palabra de la Iglesia. Esto fue un punto candente, porque muchos obispos no estaban y no están de acuerdo con esas directrices, una de ellas, darles la bendición a los matrimonios del mismo sexo. En este punto, se debe decir que, no es la labor sencilla gobernar la Iglesia, entre otros aspectos, porque la Iglesia no es monolítica, implica muchas expresiones, formas de ver a la misma, sentires, opiniones y oposiciones, como ya se mencionó.
No es pertinente y juicioso “hacer cábala” sobre el futuro Papa, se mencionan un buen número de aspirantes, sólo el cónclave que se convoque será quién decida. Lo demás son “pronósticos deportivos”. En este sentido, hay dos planteamientos muy claros, seguir con los cambios iniciados o dar marcha atrás. Sólo el tiempo lo decide y el futuro Papa. Evidentemente hay una corriente muy marcada al interior del Colegio Cardenalicio, que desea echar atrás lo propuesto por el Papa Francisco. Este fue un elemento relevante de su elección, porque llevó al seno de la Iglesia otras visiones, otras formas de ver y entender el mundo “desde la exterioridad”. Ha sido un intento más, por llevar la Iglesia al mundo. Asunto en extremo complejo. No se trata de decir “vamos a hacer esto o lo otro”. No es partido político, es una institución con fundamentos y principios muy sólidos. Que algunos no les guste esa manera de proceder, es materia de otra discusión. O desearían que los cambios fueran más rápidos. El “aggiornamento della chiesa” (la actualización) tiene sus tiempos y procesos. Son elementos que deben ser valorados y ponderados al momento de emitir un planteamiento entorno a la Iglesia. Se debe decir con honestidad que el Papa Francisco fue un buen pastor, le faltó tiempo para concretar sus reformas, no puedo ver el desarrollo sobre la “Sinodalía” que convocó. (El camino de renovación de la Iglesia a la luz de la Palabra de Dios y la acción del Espíritu Santo).
*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.
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