Desde nuestra América
Desde nuestra América

Construyamos sociedad

Imagen: Especial.

Oscar Wingartz Plata*

Por otra parte, cebe esbozar una concepción alternativa de gobernabilidad democrática, anclada en la premisa de participación ciudadana, la cual, a su vez, y siguiendo de cerca intuiciones nada extrañas a nuestra tradición de pensamiento político liberador, Horacio Cerutti ha condensado en la fórmula: “recuperar al Estado por la sociedad”. Ya que sólo el iluminismo pseudocientífico del llamado “pensamiento único” –la profecía autorrefutada del neoliberalismo- concibe, hipostasiándose, al Estado, al mercado y a la sociedad como realidades separadas, de donde se ha deducido falazmente que debilitando o reduciendo el Estado se podrá “fortalecer” a la sociedad… Alfredo Echegollen.

En esta ocasión estimados lectores quiero proponerles un tema que se muestra poco reflexionado por las implicaciones que pueda tener en nuestros contornos en el mediano plazo, me refiero a la participación ciudadana ante esta pandemia. Se plantea este asunto por una cuestión que “parece” estamos obviando o ya la dimos como “un hecho consumado”, el desconfinamiento o regreso a la llamada “nueva normalidad”. Este dato en sí mismo es extremadamente complejo y requiere mayor análisis, sería muy arriesgado afirmar que esta contingencia ya pasó, y a otra cosa.

Cuando se comenzó a exponer la posibilidad del levantamiento del confinamiento por parte de las autoridades sanitarias, lo hizo con una clara advertencia: “Todo eso va a ser gradual, por etapas o fases”. Hasta ahí parecía que no había mayor problema, incluso la población lo vio con buenos ojos, pero que sucedió, que en muchos estados del país, ese gradualismo no se dio. Se fueron abriendo diversas actividades y quehaceres, hasta el punto en que mucha de la población lo tomó como el estricto regreso a “la normalidad”. Planteamos estos elementos, por algunas razones que consideramos son relevantes y dignas de reflexionar.

No podemos negar que este evento ha significado mucho en la historia reciente de la humanidad, por las características, el impacto y la fuerza que ha cobrado a nivel global. Como se ha mencionado por múltiple medio, un hecho central ha sido la virulencia y el altísimo grado de contagio que ha tenido esta enfermedad; este dato tiene una enorme relevancia; porque, las formas, los métodos, las prácticas médicas todavía tienen un largo trecho por delante, como para decir que efectivamente se ha controlado cabalmente. La investigación sobre este virus está en curso, la posibilidad de una vacuna, no se tiene aún.

En este contexto, la participación ciudadana tiene un peso determinante y superlativo, esto quiere decir que, la comprensión, el grado de conciencia, la actitud de la población va a dictar el curso de la enfermedad. Así mismo, lo que ha comentado la autoridad sanitaria es contundente, si no hacemos caso de manera, real, efectiva, concreta y consecuentemente, esto se puede prolongar indefinidamente; por una variable que sigue siendo altamente preocupante, su forma de transmisión. Esto quiere decir, que si relativizamos esta variable, literal, viviremos con ciclos recurrentes de esta enfermedad. Ahora bien, muchos de ustedes se preguntarán, ¿el epígrafe que se propuso como se conecta con nuestra reflexión? De muchas formas.

Si ustedes van siguiendo con cuidado las indicaciones, las instrucciones, los comunicados de las autoridades, todos y cada uno de ellos apunta en una dirección muy clara: la participación de la gente es el núcleo de todo este problema. Por ello se apela a su conciencia, actitud crítica y solidaridad humana y fraterna. Esta es una de las funciones de un Estado que desea la construcción de una sociabilidad y una ciudadanía madura y participativa. No podemos, ni debemos pensar que el peso total, en el caso de esta contingencia, recaiga, única y exclusivamente en la actuación del gobierno, eso simple y sencillamente, está fuera de toda proporción.

Es a partir de estas ideas, de estas consideraciones que se va construyendo esa ciudadanía que nos proyecte hacia mayores niveles de vida, de relación, de sociabilidad. Este elemento puede parecer reiterativo, pero no lo es. Vamos a precisar. Durante décadas, nuestro país se vio inmerso en una lógica, donde los valores colectivos, sociales, públicos fueron puestos a un lado, fueron relegados por considéralos poco significativos, fue la etapa del individualismo exacerbado, donde lo “realmente importante era yo”. ¿Qué sucedió? Se fue abandonando a la gente a su propia suerte. El Estado llamado neoliberal, privilegió la acumulación, la ganancia, la concentración de la riqueza por encima de los pueblos, el resultado fue un enorme sufrimiento para nuestra gente; entre otros tantos saldos de esa lógica, el abandono absoluto de los sistemas de salud, y ello lo estamos viendo y resintiendo con esta contingencia. A partir de estas consideraciones es que debemos redoblar nuestras actitudes y procederes.

¿Queremos construir ciudadanía fuerte, seria, participativa? Debemos iniciar por regenerar, poner en acto los valores públicos, sociales, comunitarios; donde los otros, los demás sean el centro de nuestra preocupación y nuestra atención. Hemos pasado mucho tiempo viendo y viviendo en lo que bien se puede llamar: “la larga noche del egoísmo irrefrenable”. Que tuve consecuencias muy graves y complejas en nuestra sociedad. Por ello, la solicitud, la insistencia en que actuemos colectivamente, por el bien de todos.

Esta pandemia debe ser el punto de partida de una Nueva Realidad. Donde nos rehagamos como sujetos y como comunidades. Donde podamos ver el fruto de nuestras acciones colectivas, y una de ellas es, solidarizarnos y ser conscientes que esta coyuntura pasará rápido y exitosamente; siempre y cuando trabajamos juntos, en una misma dirección.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Docente-investigador en la Facultad de Filosofía de la UAQ.