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Carlos Slim, víctima del Coronavirus

Carlos Slim
Carlos Slim
Carlos Slim.

El texto expone que ante el Coronavirus, al hombre más rico le duelen más los bolsillos que el corazón.

José Martínez M.*

Nadie, por muy poderoso que sea, puede jactarse de ser inmune a las pandemias. Es el caso del multimillonario Carlos Slim Helú uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo, quien al igual que millones de personas ha sido víctima del Coronavirus, como se le conoce al brote COVID-19.

Durante los últimos 30 años la vida de Carlos Slim ha sido controlada por un marcapasos, un aparato que regula sus latidos cardíacos. Al menos en tres ocasiones su vida estuvo en riesgo por problemas en el corazón. Pero su condición de salud actual está peor: padece diabetes, lo mismo que otros doce millones de mexicanos.

Pero eso no es lo malo, el Coronavirus le ha pegado muy fuerte. A diferencia de los miles de casos mortales por esta pandemia, Slim ha sufrido las consecuencias. Según los observadores de las bolsas de valores, las acciones bursátiles de sus compañías han registrado pérdidas de más de 6 mil millones de dólares.

A Slim le duelen más los bolsillos que el corazón.

En cuanto a su salud, él, como el resto de los miembros de su dinastía, viven aislados en una atmósfera de un lujo desafiante. Lo peor para el común de los mexicanos es que Slim aún en las desgracias gana millones y millones de dólares. Tiene una red de hospitales a lo largo y ancho del país (Star Médica) y en alianza con la aseguradora de Inbursa brinda sus servicios a cientos de miles de personas (empleados de instituciones públicas y privadas).

Slim se ufana de ser el mayor filántropo del país y de América Latina. Su fundación posee un fondo de 6 mil millones de dólares, según la aplicación de una parte de esos recursos se hace de manera selectiva y convergente. Es cierto, con sus fundaciones ha apoyado proyectos para la salud, como es el caso de la Universidad de Harvard y el MIT que recibieron apoyos por más de 139 millones de dólares de parte de Slim para temas de medicina genómica, e incluso en esos proyectos participan algunas instituciones mexicanas.

Pero al igual la inversión de Slim en acciones del New York Times fue para obtener presencia e influencia en las élites de Estados Unidos porque en materia de negocios, el magnate mexicano ha sido severamente cuestionado por su estilo de hacer negocios.

Un caso muy concreto fue el de los investigadores Daron Acemeglu y James A. Robinson, autores del libro titulado Por qué fracasan los países (Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza), a quienes Slim amenazó con demandar ante tribunales estadounidenses por señalar que hacía negocios con el poder.

Si bien Slim ha “invertido” en obtener un “prestigio” como filántropo, dijo “No” cuando Bill Gates y Warren Buffett lo invitaron a sumarse como uno más del Juramento de Dar. Una carta en la que las personas más ricas de Estados Unidos y otras partes del mundo, se comprometieron a donar la mitad de sus fortunas para atender problemas de pobreza, salud y educación de las personas más pobres del planeta.

Slim dijo que “No”, que para él, donar es regalar dinero y que lo mejor, según él, es invertir para producir riqueza, es decir, generar empleos.

Gates se comprometió a donar más del 90 por ciento de su riqueza y en últimos 30 años sus donaciones en el mundo equivalen a 30 mil millones de dólares, la mitad de la riqueza de Slim.

Mark Suckerberg, fundador de Facebook decidió donar el 99 por ciento de sus acciones (valoradas en más de 45 mil millones de dólares), como lo dio a conocer tras el nacimiento de su hija en un comunicado publicado en su red social y que tituló “Carta a nuestra hija”, en la que fijó el compromiso de donar su fortuna para causas sociales.

Es lamentable que en una de las mayores crisis de salud a nivel global, Carlos Slim salga a la luz pública a anunciar inversiones millonarias en materia de energía eólica, lo mismo que Alberto Baillères –el segundo hombre más rico de México– quien anunció que invertirá en minas y petróleo.

Lo menos que se podía esperar de ambos personajes, era un mínimo gesto de solidaridad con sus compatriotas y con un gobierno carente de recursos suficientes para la atención de la salud.

Baillères recibió en 2015 la medalla “Belisario Domínguez”, la máxima condecoración que otorga el país a sus ciudadanos. La recibió en uno de los gobiernos más corruptos, en el que se fundamentó como mérito para otorgar tal reconocimiento, “su profundo amor a México”.

Baillères como Carlos Slim se han enriquecido inconmensurablemente con la explotación de las riquezas del país, es decir con el patrimonio de los mexicanos, (minas, petróleo, energía, etcétera).

Basta un simple dato, en el primer año de la explotación comercial de la Concesión de Telmex, Slim recibió utilidades de casi 8 billones de pesos en 1991, con ese dinero en ese momento pudo haber comprado los cinco principales bancos de México.

Slim lleva 30 años ordeñando la vaca de las comunicaciones en México y toda la Latinoamérica y parte de Europa.

Simplemente la riqueza de Slim y Baillères no tiene límites.

Slim tiene un fondo en sus fundaciones 80 por ciento mayor al presupuesto destinado en 2020 para ciencias y la tecnología en México.

Lo peor, lo lamentable del presidente Andrés Manuel López Obrador es que el presupuesto para la salud en 2020 es de 18 mil 150 millones de pesos, menos del 20 por ciento de los fondos filantrópicos de Slim.

De acuerdo con el Catálogo Único de Servicios de Salud (CAUSES), para el año 2020 el gobierno presupuestó un gasto en prevención para cada mexicano entre 552 pesos y mil 697 pesos por persona, pero el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) encontró que el gasto en prevención en el ISSSTE este año será de 390 pesos por afiliado; en la Secretaría de Salud de 113 pesos y de 98 pesos en el IMSS.

Entre el gobierno y nuestros filántropos la mayor parte de los 130 millones de mexicanos persiste el miedo al flagelo del Coronavirus. Como dice el refrán, cada quien que se rasque con sus uñas.

Para concluir solo basta señalar la conferencia de Bill Gates en 2015 sobre la importancia de combatir las pandemias (ver la siguiente liga (https://www.youtube.com/watch?v=6Af6b_wyiwI) bajo el título The next outbreak? We´re not ready (El próximo Brote? No estamos listos).

Gates se anticipó: las bacterias pueden resultar más mortales que los misiles.

Lo que se le olvidó decir a Gates es que en la filantropía también hay ciertos bichos inmunes a la sensibilidad social.

*José Martínez M. es considerado el biógrafo de Carlos Slim. Periodista y escritor. Consejero de la Fundación para la Libertad de Expresión (Fundalex). Este texto se publica con su autorización.

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